miércoles, 25 de febrero de 2015

Cómo vivió mi chico la infertilidad

Mi chico es una de las personas más buenas que conozco. Es todo corazón. Me encanta su manera sencilla de ver la vida y cómo transmite esa tranquilida ante las dificultades que pueden ir surgiendo.
He aprendido mucho de él a lo largo de los años que hemos compartido y, donde más he aprendido ha sido en el camino de la infertilidad.
 
Mi chico me quiere mucho. Lo sé y me lo hace saber cada segundo que estoy con y sin él. No es excesivamente detallista, pero siempre tiene una palabra, un piropo, una mirada que te hace sentir lo más especial del universo. Es cariñoso y sensible, pero cuando hace falta se pone su coraza y batalla con decisión, como le tocó hacer.
 
Parto de la base de que mi chico quería ser papá, pero cuando empezamos a tener problemas para él dejó de ser un objetivo prioritario. Llegó un punto en que todo lo que hicimos sé que lo hizo más por mí que por ser padre. Llegó un momento en el que él no quería continuar porque le dolía más el verme pasar por quirófano una y otra vez que el pensar que no sería padre. Nunca me pidió que abandonáramos, jamás, pero sí expresaba su sufrimiento de verme padecer. Me decía que para él lo importante era yo y que los dos podíamos ser felices y éramos felices. No quería verme sufrir ni padecer.
 
Mi chico fue una roca durante todo el proceso. Fue el tronco en el que me apoyé, el hombro sobre el que lloré, el abrazo que me reconfortó, la palabra que me alivió. Una y otra vez, año tras año, pérdida tras pérdida se mantuvo en su papel. Sólo una vez le vi tambalearse, derrumbarse, maldecir, llorar, implorar... y fue con el negativo de nuestra segunda ovodonación. Nunca jamás olvidaré ese día. El momento de abrir el sobre y ver ese cero demoledor y acto seguido levantar la vista del resultado de la beta y ver a mi chico pasarse las manos por el pelo una y otra vez, tragar saliva y salirle las lágrimas de los ojos mientras decía que no podía creérselo, que como podía ser, que por qué a nosotros, que qué habíamos hecho para pasar por esto y que cuanto más íbamos a pasar. Y lo que más me llegó al corazón: Ya no puedo más.
 
Ahí me di cuenta de que el papel que había asumido mi chico había sido el más difícil. Había hecho de contención, de apoyo incondicional. Pero ¿quién le contenía a él y en quién se apoyaba? Yo había adoptado el papel de sufridora activa: lloraba, me quejaba, sufría, me expresaba... Pero él sólo recibía todo lo anterior: mis lloros, mis quejas, mi sufrimiento, mis palabras de dolor. Y fue acumulando y acumulando y acumulando hasta que ese día explotó. Y a mí me sirvió para que, por fin, se invirtieran algo los papeles, y yo también estuviera ahí para apoyarle, para contenerle y para animarle a que se expresara sobre cómo estaba viviendo él todo esto.
 
Y fue cuando me explicó que él era feliz sin hijos, que el hecho de buscarlos era lo que nos estaba amargando, que todo giraba en torno a la búsqueda y que comprendía que yo hubiera cambiado y estuviera afectada, pero que necesitaba un respiro, intentar volver a ser la pareja que éramos antes de entrar al laberinto: feliz, despreocupada y divertida. Al principio me dolieron sus palabras, pero las maduré y le di la razón. También él maduró lo que dijo y matizó algunas cosas como que sabía que no podíamos ser los de antes porque habíamos vivido cosas muy duras y era una utopía. Pero todo esto nos sirvió para darnos cuenta de que necesitábamos un descanso en todo esto. Luego vino un embarazo inesperado que volvió a terminar en aborto... pero nos referíamos a los tratamientos.
 
Quiero deciros que la infertilidad nos unió muchísimo más. Sé que hay parejas a las que desgasta o que incluso llegan a terminar la relación, pero no fue nuestro caso. Mi chico me dio amor a raudales y siempre estuvo a mi lado. Nunca me dijo ni una sola palabra que diera a entender que si pasábamos por esto era por mi causa (que no culpa). Y llegó a aceptar el probar con donación de embriones si esto nos daba la posibilidad de ser padres.
 
Cuando me encontraron el problema que tenía fue él el que me dijo que teníamos que intentarlo de nuevo, que no podíamos dejarlo ahí sin saber si lo podríamos haber conseguido. Y cuando lo logramos fue el hombre más feliz del mundo. Por dos razones: primero y fundamental por ser papá. Y segundo porque se acabó la pesadilla.
 
Todos los días me da las gracias por tener a nuestro angelote, por haber sido tan cabezona y haber luchado hasta el final.
Todos los días le doy las gracias por haber estado ahí de manera incondicional, por haberme escuchado una y otra vez mi sufrimiento y mi desesperanza, por haberme dado consuelo, y sobre todo por haberme hecho sentir que soy la mujer más maravillosa del mundo.
 
Siempre dije que tuve mala suerte con el hecho de intentar ser madre porque gasté toda la suerte encontrando a mi chico. Ahora tengo a mis dos chicos, así que esa mala suerte se terminó. Soy doblemente afortunada.

viernes, 13 de febrero de 2015

FELIZ CUMPLEAÑOS

Hace un año que fui madre. Bueno, esto es mentira, yo me considero madre muchisimo antes de que naciera angelote, pero esa es otra historia.
Este año se me ha pasado demasiado rápido. No puedo creerme que mi niño tenga ya un año, pero sí, lo tiene y me gustaría hacer un resumen de lo que ha supuesto para mí este año.
Lo primero que tengo que decir es que soy muy feliz. Antes no era desgraciada, pero el hecho de no poder ser madre era como una estaca clavada en el corazón, que en ocasiones me hacía caer en las tinieblas y me producía cierta inestabilidad en mi estado de ánimo. Ahora eso no existe. Siempre estoy feliz, aunque no haya dormido, aunque haya tenido todo el día a angelote en brazos, aunque me duela la espalda a reventar. Soy feliz. Y no lo digo en plan de restregarlo, ni mucho menos, es para que veais cómo el hecho de haber sido infértil puede paliar lo menos bueno que puede tener la maternidad.
¿Me sigo acordando de lo mal que lo pasé? Si
¿Me duele de la misma manera? No
¿He llorado en alguna ocasión por mis ocho años de infertilidad y pérdidas? Cuando he hablado de ello sí.
¿Pienso que mi historia ha podido modular de alguna manera mi crianza con angelote? Rotundamente si. De lo que más me alegro de haber luchado tanto y haberlo pasado tan mal es de que me parece un absoluto privilegio el ser madre y el disfrutar de mi hijo. Absorbo cada microsegundo que paso con ´´el, No puedo dejar de mirarlo, admirarlo, acariciarlo, besarlo... Me sigo despertando por las mañanas dando gracias por tener a mi hijo. Llevo un año con él y todavía me parece mentira. Y a mi chico le pasa lo mismo. Se me caen lagrimones cuando me llama mamá, cuando me busca, cuando veo algún avance o simplemente cuando lo veo dormir. Esto es muy grande. Mereció la pena. Merece la pena, chicas, luchad todo lo que podais por favor.
Angelote está muy grande, utiliza ropa de 18 meses y aun así, alguna le queda justa. Sigue siendo un rubiales super simpático que busca la boca a todo el mundo y todo el mundo está enamorado de él. Le quiero con toda mi alma y a veces me duele el corazón de tanto quererle. Y sé que él me quiere también. A veces me mira con unos ojos que me crea un vacio en el estómago. Es como un enamoramiento pero multiplicado por la millonésima potencia.
He tenido la suerte de que apenas se ha puesto malo, sólo un par de veces con mocos y tos y ya está. Por contrapartida tiene dermatitis atópica y a veces le dan unos brotes al pobre... Pero es un niño sano y, lo que más orgullosa estoy, es un niño tremendamente feliz. Y esa es mi meta en la vida, que mi hijo sea feliz.
Veo el mundo a través de sus ojos y es como vivirlo todo por primera vez. Su candidez, su sonrisa permanente, sus ojos brillantes... Mi hijo (que fuerte decir mi hijo) es lo que más quiero en el mundo. He pasado un año a su lado y estoy deseando de seguir viviendo momentos con él.
¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS ANGELOTE!!

lunes, 9 de febrero de 2015

Revelación de la ovodonación

No me gusta el título que le he dado a la entrada. Eso lo primero. ¿Por qué? Pues porque para revelar previamente habrás tenido que ocultar y creo que esto debe ser mucho más natural y paulatino que lo que conlleva la palabra REVELACIÓN.
 
Nosotros hemos decidido contarle a angelote que para poder tenerle tuvimos que recurrir al óvulo de una donante. La verdad, debo vivir un poco en la parra porque no me supone algo traumático o de especial relevancia. Repito que esto debe ser fruto de mi ignorancia sobre las consecuencias que esto puede conllevar, pero es que lo veo tan simple...
 
Tengo varios materiales en los que apoyarme para ir incorporando la ovodonación a la vida de angelote. Uno es un cuento sobre nuestra búsqueda, las pérdidas y la ovodonación. Un relato que podré contarle desde bien pequeño puesto que está escrito con símbolos y utilizando como personajes a su papá y su mamá, pero también a "brujos, sabios y hadas". En el cuento le explico como le llamábamos pero no podía oirnos porque la voz de mamá era muy débil y por eso necesitábamos de una tercera persona (un hada) para que llegara a mi vientre.
También tengo un álbum con fotos, informes, resultados de pruebas, la info que nos dan de la donante, etc.
Por supuesto tengo el blog, pero esto lo veo para cuando sea más mayor.
Y, evidentemente tiene a su padre y a su madre para poder resolverle cualquier tipo de duda sobre esta cuestión (esta y todas las que se le planteen que no serán pocas).
 
Y ya está. Nada más y nada menos. Porque pienso que esto es un tema más del que hablaremos, que será fácil y difícil según la época, que surgirán otros temas más difíciles todavía a los que nos tendremos que enfrentar. Y pienso, y creo de verdad que aquí está la clave de todo, que lo importante no es lo que le transmitamos sobre la ovodonación para que lo asimile, sino el tipo de crianza y el estilo de comunicación que adoptemos con nuestro hijo PARA CUALQUIER TEMA.
 
Quiero explicarme para que se entienda. Si para mí el tema de la ovodonación es súper importante, súper necesario, súper tremendo, súper... lo que quieras, tu hijo lo va a notar. Lo nota, lo sabe. Da igual que le estés sonriendo cuando le hagas referencia a esto. Mirará tu nerviosismo, tus dudas, tus miedos, y pensará que esto tiene más relevancia de lo que tiene. No se puede centrar la identidad de un niño en el óvulo del que provino. NO ES SANO. Una persona no es la unión de un óvulo y un espermatozoide. No lo es. Es muchísimo más que eso. No podemos caer en la imperiosa necesidad constante de decirle a nuestro hijo que es fruto de la ovodonación. El es fruto de muchas más cosas, y una de ellas es la ovodonación.
 
Permitidme hacer un paralelismo, aunque el tema no tenga que ver (o sí). Si yo trato con naturalidad la sexualidad con mi hijo desde pequeño (que es lo que hay que hacer), él también va a vivirla con naturalidad y no tendrá reparos en acudir a mí para exponerme todas las dudas y cuestiones que crea convenientes (aunque de adolescente tire más para los amigos). Si yo no hablo nada de sexualidad y le digo a mi hijo: ven, siéntate, tenemos que hablar. El primer incómodo va a ser él, que ya se huele de qué se trata y que ya sabe de la materia. Revelación. No tiene sentido. Y si mi hijo me empieza a preguntar de pequeñito y yo me pongo nerviosa, balbuceo y le doy respuestas esquivas y no del todo acertadas, lo primero es que llegará un momento en que mi hijo dejará de acudir a mí para preguntarme sobre el tema, y lo segundo es que le estoy transmitiendo algo negativo respecto a la sexualidad con mi actitud hacia sus preguntas. Pues lo mismo. Sé que la relevancia no se puede equiparar, pero es que yo lo veo así...
 
Y tendremos que lidiar con muchos problemas cuanto mayores se hagan, y uno de ellos por supuesto será el de la ovodonación, y otras familias tendrán otros problemas diferentes a nosotros. Punto pelota, es que yo no veo más... Mi vida no gira en torno a la ovodonación y no puedo pretender que lo haga la de mi hijo, como si no hubiera nada más, como si el hecho de que él estuviera aquí fuera sólo por eso, como si él fuera "mi hijo de ovodonación" y no "mi hijo".
 
Creo que a veces se le da demasiada vueltas o, vuelvo a repetir, vivo en el mundo de los osos amorosos y me van a llover palos por todos lados. Pero de momento yo lo veo así.