miércoles, 29 de octubre de 2014

El proceso de ovodonación

Hasta poder tener a angelote he pasado por tres tratamientos de ovodonación. Los dos primeros fueron en una clínica de prestigio local en la provincia de al lado y el tercero en IVI Valencia.

Voy a ser sincera: creía que lo conseguiría fácilmente. Estaba convencida de que a la primera o, como mucho, a la segunda, estaría embarazada y por fín el embarazo seguiría adelante. Según la clínica mi problema estaba en mis óvulos y esto era la causa de mis múltiples pérdidas. Mis óvulos eran muy viejos y producían los abortos y los ectópicos. Pero me quedaba embarazada con mis viejióvulos. ¿Cómo no iba a quedarme embarazada con los óvulos de una mujer joven y sana? Para mí era de cajón... Sabía que cabía la posibilidad del negativo, pero tenía todo a mi favor.

Cuando me dijeron que tenían una donante compatible conmigo lloré de la emoción. Pensé que por mis características físicas tardarían en encontrarla, pero no fue así, tuve un pequeño golpe de suerte. Justo antes de que nos dijeran lo de la donante estuvimos rellenando un cuestionario sobre nuestras características físicas y rh. Me llamó la atención que tuviera que poner los datos de cuando tenía 20 años, ya que ni mi peso ni mi color de pelo eran los mismos.  Me dijeron que me avisarían para comenzar con la medicación. Iba por ciclo sustituido, no natural. Para quien no lo sepa, cuando se hace una trasferencia (de cualquier tipo de embrión, con gametos propios o donados) lo pueden hacer en ciclo natural (sin medicación) o sustituido (con medicación). En el sustituido te paran los ovarios para que no ovules y te engordan el endometrio con medicación. En el natural se aseguran que hayas ovulado y el engorde del endometrios es el propio de después de ovular, no hace falta medicación. Sí se pone progesterona en ambos casos desde un par de días antes de la transferencia.

En mi caso primero tomé anticonceptivos, luego tuve que pincharme Decapeptyl, y para el engorde del endometrio Progynova, hasta seis pastillas al día. También me tuve que pinchar ovitrelle. La progynova (valerato de estradiol) me sentó realmente mal. Me daba angustia, sudoraciones, taquicardias, etc. Pero pensaba que era por mi bebé, así que con todo el gusto del mundo me tomé todo lo que me mandaron. Además no había nada de pinchazos diarios, ni de preparar la medicación, ni los efectos secundarios de la estimulación. Todo un lujo y tranquilidad. También tuve que hacerme en dos ocasiones análisis para ver los niveles de estradiol y de la prolactina, así como controles ecográficos cada tres-cuatro días, para medir el endometrio. Con todo esto conseguí que mi endometrio midiera 8 mm. y que fuera trilaminar. El endometrio tiene que tener un determinado grosor y estar trilaminar para una mejor recepción de los embriones. Por otro lado nos iban llamando por teléfono para informarnos sobre la donante. Nos dijeron cuantos óvulos habían sacado, cuántos habían fecundado y finalmente cuantos embriones habían conseguido. En total fueron seis embriones de los cuales dos me tranfirieron en fresco y los otros cuatro los congelaron.

Y vino el día de la transferencia: lo vivimos con muchísima ilusión. Como siempre tuve que ir con la vejiga llena, lo cual me resultaba muy molesto porque a veces tenía que esperar porque iban con retraso. En una ocasión tuve que hacer un poco de pis para aliviar la vejiga ya que no podía más. Pasamos a quirófano y allí, mi chico y yo cogidos de la mano, vimos como dos puntitos de luz se instalaban en mi útero. Después fuimos a la habitación a estar en reposo una horita y para casa.

Y la temida betaespera... Tuve que tomar progesterona via vaginal y también me mandaron aspirina. Los primeros días de la betaespera prima la emoción, la ilusión, el pensar ¡¡esta sí que sí!! Pero conforme pasan los días se empieza a instalar el miedo de no haberlo conseguido. Que sea un negativo. Pero intentas ser positiva y pensar que no, que la ovodonación tiene una tasa muy alta, y que por qué no vas a estar tú en ese porcentaje de las que lo consiguen a la primera. Y que en caso de que no, pues tienes a cuatro frigopeques esperando para un nuevo intento. Fue un negativo. Un negativo duro de asimilar por todas las esperanzas puestas en este tratamiento. Pero un negativo y seguido, no un negativo y final. Volveríamos a intentarlo... Como debía esperar a que me bajara la regla para ese nuevo intento pasó bastante tiempo porque el decapeptyl me retrasó muchísimo la regla. Así que mientras me bajó la regla y me volvieron a preparar el endometrio porque volví a hacerme la transfer en ciclo sustituido, pasaron cuatro meses. Cuando descongelaron los embriones me avisaron de que uno no había sobrevivido y que, de los tres que quedaban dos eran buenos y uno muy regulero. Tras un tira y afloja entre mi chico y yo, finalmente me pusieron a los tres. Y ahí sí es cierto que pensaba que, si no funcionaba esta vez, no sabía hacia donde tiraríamos. Y ya sabéis que tampoco funcionó. Que de nuevo fue negativo y ese negativo fue un mazazo para mi chico. Le afectó mucho y se derrumbó. ¿Qué haces cuando la técnica de fertilidad que supuestamente tiene más tasa de éxito no funciona?

Pero después de ese negativo y de un embarazo nada esperado que de nuevo terminó en aborto, vino el IVI. Y con él todas las respuestas a nuestras preguntas y la solución a nuestros problemas. Tras detectarme y operarme de una malformación uterina, vino mi tercera ovodonación. Y esta vez fue en ciclo natural porque, según la doctora Crespo, mi cuerpo no reacciona bien a la medicación. De hecho, sin tomar ningún tipo de hormona, mi endometrio llegó a casi 10 mm., más grosor que con medicación, y, evidentemente no tuve ningún efecto secundario. Tampoco tuve que hacerme analíticas de hormonas, y me hicieron un par de ecos. Aquí sincronizaron a la donante con mi ciclo y, tras ovular (me piché ovitrelle), me transfirieron dos preciosos blastos cuyo resultado fue un inesperado positivo y, tras ocho meses, la llegada de mi angelote. Durante la betaespera tuve que pincharme heparina, ponerme óvulos de progesterona (desde un par de días antes de la transfer) y, además, pincharme progesterona intramuscular cada 48 horas que, por cierto, es dolorosísima. Pero mereció la pena, vaya que si mereció la pena...

Esta entrada es para todo el mundo, pero en especial para las que van a comenzar con el proceso de ovodonación. Quería informar sobre el proceso en sí, la medicación y la diferencia entre ciclo natural y sustituido. Por cierto que el primero parece tener mayor tasa de éxito. Si alguien tiene alguna duda o quiere preguntar algo, pues ya sabéis... ¡

¡Mucho ánimo!!

jueves, 23 de octubre de 2014

Reto Handwriting Tag

Pues resulta que Aún eres joven ha hecho una entrada sobre un premio muy original, llamado Handwriting Tag y estaba leyéndolo y viendo que letra tiene Ser Educadora. cuando al final de la entrada veo que me ha "nominado" para que yo también lo haga. ¡¡Y me encanta!! Es que me parece un "premio" fuera de lo común y me gusta que se vea algo personal como la letra que tenemos.
 
Esto es lo que hay que poner "a mano":
 
- Tu nombre
- Tu blog
- Canción favorita y autor
- Frase favorita
- Tres palabras que te definan
- Lo que siempre has querido decir y nunca has dicho (a tí mismo o a alguien en concreto)
- Invitar a tres blogs a hacerlo.

Y aquí el resultado:



Bueno, pues aquí está el reto conseguido...
 
Besitos!!!!!
 
 

 

domingo, 19 de octubre de 2014

La infertilidad me sigue afectando

No va a ser ninguna sorpresa si os digo que la mayoría de blogs que sigo van sobre la infertilidad.
Y hay días que me llevo alguna alegría, pero hay otros como hoy que veo malas noticias y me vengo abajo.
 
No sé si hay alguna persona que después de pasar por la infertilidad puede olvidar su camino. Yo no lo hago. Ni se me olvida, ni pretendo que se me olvide. Por eso cuando veo a muchas de vosotras que sigue en la lucha, que se llena de esperanza para luego volver a caer, que quiere ser positiva y luego se viene abajo, yo caigo también.
 
Sé que esto es un blog y que nadie me conoce personalmente, pero soy una persona extremadamente sensible, y me afecta mucho lo que pasa alrededor. Y esto me pasa también con vosotras. El hecho de ser mamá no hace que me haya vuelto inmune a la infertilidad de las demás, y cuando leo que no hay buenos resultados, que hay piedras en el camino, que hay que seguir esperando, que puede que sea que sí, pero a lo mejor hay un NO, pues también sufro porque me veo reflejada y vuelvo a sentir todo lo que sentía cuando estaba en la lucha. Porque daría todo lo que está en mi mano para que nadie sufriera por la infertilidad. Porque esto es tremendamente jodido, es inhumano, es desconcertante, apabullante, frutrante, cansado, extenuante, una putada. Sí. Una auténtica putada. Lo siento de verdad por la que le toque esto. Es una mierda, con todas las letras.
 
No quiero personalizar en ninguna, pero sé que podeis identificaros en las palabras que estoy diciendo. Que sepais que pienso en vosotras, que me gustaría que todas podais tener a vuestro angelote como yo tengo al mío, o, lo que es más difícil, ser felices en vuestra vida. Yo lo era, os lo prometo, a pesar de todo no era tremendamente infeliz, tenía mis ratos, pero conseguía ser feliz. Pero os entiendo, os entiendo tanto, tanto, tanto...
 
Se me saltan las lágrimas, son lágrimas de tristeza, de impotencia, de frustración. ¿Por qué? ¿Por qué la vida es tan injusta? Os mereceis ser mamás. Os lo merecéis.

sábado, 11 de octubre de 2014

A ella se lo debía. A vosotros no...

En mi anterior entrada (Te lo debía) hablaba sobre lo bien que me trató una enfermera en una de mis pérdidas y como le dí las gracias después de unos años al volvérmela a encontrar.
 
Pues esta entrada va de todo lo contrario. Voy a hablar de dos especímenes con los que me encontré en alguna ocasión y de cómo me gustaría decirles unas palabritas...
 
Supuestamente esta entrada debería ir dedicada al cara-acelga de fertilidad. Sí, el que se negó a hacerme un simple análisis hormonal porque según él, como tenía la regla todos los mese no tenía problemas de ovualción. El mismo que puso el grito en el cielo cuando comprobó que quien lo sustituyó pidió la prueba de abortos de repetición cuando yo sólo había tenido dos ectópicos y un aborto, no dos abortos. Tampoco va dedicada esta entradada, aunque podría haber sido, al "simpático" MIR que me diagnóstico un sangrado normal entre reglas cuando era un ectópico lo que tenía y que me recetó un "no te mires tanto que el que se mira se encuentra". Pero no, esto no va para ellos porque hay dos "profesionales" que dejaron en una minucia sus actuaciones, que les adelantaron y consiguieron la "pole" en falta de empatía y trato vejatorio y soez.
 
Va por ustedes...
 
El primero fue un ginecólogo que, caprichos del destino, es un cliente de mi marido, pero no sabía que yo soy su mujer. Todo empezó después de mi quinta pérdida, me mandaron hacer una histeroscopia diagnóstica que salió bien (todavía no me lo explico pero esto ya lo expuse en la entrada de "Errores médicos y otros sinsentidos") y, al cabo de un mes, recibí en mi casa una carta de la Seguridad Social citándome para una consulta de control en ginecología. Pensé "ostras qué majos, van a hacerme un seguimiento por todos los problemas que estoy teniendo". Y llegó el día de la cita y, como la hora era a la una de la tarde, pues evidentemente me fui a trabajar. Pues a las diez y media de la mañana me llaman por teléfono y yo, al ver que era uno de esos números tan largos pensé: "uy, pero si esto es del hospital". Descuelgo y antes de poder decir nada escucho a una mujer preguntar por mi nombre y al confirmarle que soy yo me grita que por qué no estoy en consulta, que me están esperando. Estooooo ¿perdone? tengo la cita a la una como voy a estar allí a las diez de la mañana. ¡¡¡A la una!! ¿pero qué dice usted? Que si quiere que la veamos que se venga ahora mismo.
 
 
Fui corriendo a la consulta y lo primero que hice fue enseñar mi carta con la citación a la una de la tarde. ¿Ve como pone a la una? "eso es un error, a la una no se dan citas". Bueno, para qué discutir...
Total que entro y me encuentro al ginecólogo con una MIR y antes de poner siquiera acercarme a su mesa me espeta: Pero vamos a ver ¿usted para qué viene? Me quedo parada y lo único que se me ocurre decir es lo obvio: Pues porque me han citado ustedes. Por no decirles: nada, hombre, que estaba yo sin saber qué hacer y digo ¡¡oye, y por qué no hago para que me vean el potorro que hace ya un mes que nadie me lo ha visto!! En fín, que el hombre se pone a hablar con la MIR diciendo que es que estas cosas no las entendía, que esta visita era inútil, que había que hacerla pero porque ya que había ido... Todo esto delante de mí como si yo no estuviera. Y yo todavía de pie. Me dice que me siente y me pide que le explique el periplo. Le empiezo a contar y le dice a la residente: mira, ha tenido cinco embarazos y ningún hijo. Tienes que poner un cinco y un cero. Cinco, cero. Y a mí, al escuchar aquello, ese cinco, que significaba las veces que había estado embarazada, y ese cero que tantas cosas comprendía a pesar de su poco valor, pues hizo que me entraran unas ganas de llorar tremendas, que me entraran ganas de largarme de allí y de arrepentirme de decirle a mi chico que no hacía falta que me acompañara que iba yo sola.
No me dijo nada, ni una palabra, NADA, como si le hubiera contado que había ido a comprar un saco de patatas. Que falta de humanidad, de tacto de todo. Me sentí fatal.
 
Al preguntarme si había seguido un tratamiento de fertilidad le dije que sí, pero por privado. Y ahí, por primera vez levantó la cara de la mesa, me miró y con burla dijo: ¡por lo privado, por lo privado! ¡teniendo aquí una unidad de reproducción asistida! Con un tono como diciendo que era tonta del culo. Y me fui haciendo más pequeñita en aquella silla tan incómoda, y lo único que quería era no llorar porque no quería que ese médico me viera llorando. Me concentraba por mantener las lágrimas en su sitio, aunque me costaba tragar saliva con el pedazo de nudo que tenía en la garganta.

Y llegó la hora de la exploración. Mandó a la MIR y me dijo que todo estaba correcto. Como la vi un poco más cercana le pregunté si creía que debía arriesgarme a intentarlo de nuevo con mi historial, y antes de que terminara de hacer la pregunta, el simpático ginecólogo me cortó y dijo con tono despectivo: "no le contestes, que se lo pregunte al del privado". Todavía alucino de como me trató. Me vestí como pude y me salí. Me fuí corriendo al cuarto de baño y lloré.

Y la segunda nominada es una muy agradable enfermera de urgencias con un sentido del humor un tanto especial.
Cuando tuve mi tercera pérdida, esa en la que fui a la eco pensando que iba a volver a ver a mi bebé y su corazón latiendo y me dieron la noticia de que estaba muerto, fue cuando conocí a la enfermera que me abrazó y me dijo que lo sentía. Minutos después me encontraría todo lo contrario. Me mandaron a urgencias para realizar el ingreso a planta para hacerme un legrado. Fui a urgencias y me atendió una enfermera que empezó a preguntarme por el motivo por el que había acudido. Después hizo como un pequeño historial y entre otras preguntas me dijo si era el primer embarazo. "No, es el tercero". "¿Y cuántos hijos tienes?" "Ninguno" (temblándome la voz) "UY, QUÉ TORPE ERES ¿NO? JAJAJA"

¿Os lo podeis creer? Yo a día de hoy todavía no. Acababan de decirme que había muerto mi bebé, y se ríe en toda mi cara diciéndome que era torpe por no haber sacado adelante ningún embarazo. ¿Cómo puede haber "profesionales" así?
Tal era mi asombro que en verdad pensé que no había escuchado bien porque me parecía imposible que alguien me pudiera estar diciendo eso. Cuando salimos de la consulta le pregunté a mi chico para cerciorarme, y antes de terminar de preguntar me dijo que sí, que ya sabía lo que le iba a preguntar y sí había dicho eso. También me dijo que por primera vez en su vida le habían entrado ganas de pegar a alguien, pero que evidentemente no lo iba a hacer.

En fín, yo no sé si es que tantos años de infertilidad dan lugar a acumular situaciones surrealistas como esta, o es que tengo el colmo de la mala suerte o en mi ciudad están los más "semabraos" del campo de la medicina...

viernes, 3 de octubre de 2014

Te lo debía

Ayer fue un día de hospital con angelote.
Me pusieron el mismo día que tenía que ir al oftalmólogo y a la revisión de cardiología infantil.
 
Lo primero porque desde que nació angelote tiene el lagrimal del ojo derecho obstruído y parece que no se le pasa. Lo segundo porque desde que estaba en la barriga, en la eco de las 20 semanas le detectaron una mancha en el corazón que ya se ha resuelto y ayer le dieron el alta por fín.
 
Después de terminar en oftalmología nos dirigimos a cardiología infantil. Primero debíamos pasar por enfermería y luego al cardiólogo. Cuando nos llamaron a enfermería nos encontramos con tres profesionales muy simpáticas, cariñosas y cercanas. Supieron hacerse con angelote, y eso que tenía sueño y cuando tiene sueño y no le dejan dormir se transforma. Un diez para ellas. Con los nervios del momento y que angelote se puso a llorar nada más tumbarlo,  no me fijé en sus caras, pero cuando la cosa se relajó y levanté la mirada me di cuenta que una de las enfermeras era la misma que estaba en la consulta de ecografía cuando me dijeron en uno de mis embarazos que el corazón se le había parado.
 
La miré, ella me sonrió y sin darme cuenta, mi boca se abrió y empezaron a salir palabras algo atropelladas y nerviosas: "Gracias por amar tu trabajo y por ser tan buena persona. Te ví sólo durante unos minutos hace años y todavía me acuerdo de tí. Me abrazaste cuando perdí me embarazo, me dijiste que lo sentías y me trataste con una humanidad que ningún otros profesional de este hospital ha tenido conmigo. Me he acordado muchas veces de tí y hoy te he vuelto a encontrar. Aquel día me trataste con cariño a mí y hoy lo estás haciendo con mi hijo. Dudo que haya muchos profesionales como tú, espero que no cambies nunca y que sigas siendo tan humana. Gracias de corazón".
 
Ojalá hubiera más personas como ella