Voy a ser sincera: creía que lo conseguiría fácilmente. Estaba convencida de que a la primera o, como mucho, a la segunda, estaría embarazada y por fín el embarazo seguiría adelante. Según la clínica mi problema estaba en mis óvulos y esto era la causa de mis múltiples pérdidas. Mis óvulos eran muy viejos y producían los abortos y los ectópicos. Pero me quedaba embarazada con mis viejióvulos. ¿Cómo no iba a quedarme embarazada con los óvulos de una mujer joven y sana? Para mí era de cajón... Sabía que cabía la posibilidad del negativo, pero tenía todo a mi favor.
Cuando me dijeron que tenían una donante compatible conmigo lloré de la emoción. Pensé que por mis características físicas tardarían en encontrarla, pero no fue así, tuve un pequeño golpe de suerte. Justo antes de que nos dijeran lo de la donante estuvimos rellenando un cuestionario sobre nuestras características físicas y rh. Me llamó la atención que tuviera que poner los datos de cuando tenía 20 años, ya que ni mi peso ni mi color de pelo eran los mismos. Me dijeron que me avisarían para comenzar con la medicación. Iba por ciclo sustituido, no natural. Para quien no lo sepa, cuando se hace una trasferencia (de cualquier tipo de embrión, con gametos propios o donados) lo pueden hacer en ciclo natural (sin medicación) o sustituido (con medicación). En el sustituido te paran los ovarios para que no ovules y te engordan el endometrio con medicación. En el natural se aseguran que hayas ovulado y el engorde del endometrios es el propio de después de ovular, no hace falta medicación. Sí se pone progesterona en ambos casos desde un par de días antes de la transferencia.
En mi caso primero tomé anticonceptivos, luego tuve que pincharme Decapeptyl, y para el engorde del endometrio Progynova, hasta seis pastillas al día. También me tuve que pinchar ovitrelle. La progynova (valerato de estradiol) me sentó realmente mal. Me daba angustia, sudoraciones, taquicardias, etc. Pero pensaba que era por mi bebé, así que con todo el gusto del mundo me tomé todo lo que me mandaron. Además no había nada de pinchazos diarios, ni de preparar la medicación, ni los efectos secundarios de la estimulación. Todo un lujo y tranquilidad. También tuve que hacerme en dos ocasiones análisis para ver los niveles de estradiol y de la prolactina, así como controles ecográficos cada tres-cuatro días, para medir el endometrio. Con todo esto conseguí que mi endometrio midiera 8 mm. y que fuera trilaminar. El endometrio tiene que tener un determinado grosor y estar trilaminar para una mejor recepción de los embriones. Por otro lado nos iban llamando por teléfono para informarnos sobre la donante. Nos dijeron cuantos óvulos habían sacado, cuántos habían fecundado y finalmente cuantos embriones habían conseguido. En total fueron seis embriones de los cuales dos me tranfirieron en fresco y los otros cuatro los congelaron.
Y vino el día de la transferencia: lo vivimos con muchísima ilusión. Como siempre tuve que ir con la vejiga llena, lo cual me resultaba muy molesto porque a veces tenía que esperar porque iban con retraso. En una ocasión tuve que hacer un poco de pis para aliviar la vejiga ya que no podía más. Pasamos a quirófano y allí, mi chico y yo cogidos de la mano, vimos como dos puntitos de luz se instalaban en mi útero. Después fuimos a la habitación a estar en reposo una horita y para casa.
Y la temida betaespera... Tuve que tomar progesterona via vaginal y también me mandaron aspirina. Los primeros días de la betaespera prima la emoción, la ilusión, el pensar ¡¡esta sí que sí!! Pero conforme pasan los días se empieza a instalar el miedo de no haberlo conseguido. Que sea un negativo. Pero intentas ser positiva y pensar que no, que la ovodonación tiene una tasa muy alta, y que por qué no vas a estar tú en ese porcentaje de las que lo consiguen a la primera. Y que en caso de que no, pues tienes a cuatro frigopeques esperando para un nuevo intento. Fue un negativo. Un negativo duro de asimilar por todas las esperanzas puestas en este tratamiento. Pero un negativo y seguido, no un negativo y final. Volveríamos a intentarlo... Como debía esperar a que me bajara la regla para ese nuevo intento pasó bastante tiempo porque el decapeptyl me retrasó muchísimo la regla. Así que mientras me bajó la regla y me volvieron a preparar el endometrio porque volví a hacerme la transfer en ciclo sustituido, pasaron cuatro meses. Cuando descongelaron los embriones me avisaron de que uno no había sobrevivido y que, de los tres que quedaban dos eran buenos y uno muy regulero. Tras un tira y afloja entre mi chico y yo, finalmente me pusieron a los tres. Y ahí sí es cierto que pensaba que, si no funcionaba esta vez, no sabía hacia donde tiraríamos. Y ya sabéis que tampoco funcionó. Que de nuevo fue negativo y ese negativo fue un mazazo para mi chico. Le afectó mucho y se derrumbó. ¿Qué haces cuando la técnica de fertilidad que supuestamente tiene más tasa de éxito no funciona?
Pero después de ese negativo y de un embarazo nada esperado que de nuevo terminó en aborto, vino el IVI. Y con él todas las respuestas a nuestras preguntas y la solución a nuestros problemas. Tras detectarme y operarme de una malformación uterina, vino mi tercera ovodonación. Y esta vez fue en ciclo natural porque, según la doctora Crespo, mi cuerpo no reacciona bien a la medicación. De hecho, sin tomar ningún tipo de hormona, mi endometrio llegó a casi 10 mm., más grosor que con medicación, y, evidentemente no tuve ningún efecto secundario. Tampoco tuve que hacerme analíticas de hormonas, y me hicieron un par de ecos. Aquí sincronizaron a la donante con mi ciclo y, tras ovular (me piché ovitrelle), me transfirieron dos preciosos blastos cuyo resultado fue un inesperado positivo y, tras ocho meses, la llegada de mi angelote. Durante la betaespera tuve que pincharme heparina, ponerme óvulos de progesterona (desde un par de días antes de la transfer) y, además, pincharme progesterona intramuscular cada 48 horas que, por cierto, es dolorosísima. Pero mereció la pena, vaya que si mereció la pena...
Esta entrada es para todo el mundo, pero en especial para las que van a comenzar con el proceso de ovodonación. Quería informar sobre el proceso en sí, la medicación y la diferencia entre ciclo natural y sustituido. Por cierto que el primero parece tener mayor tasa de éxito. Si alguien tiene alguna duda o quiere preguntar algo, pues ya sabéis... ¡
¡Mucho ánimo!!
Cuando me dijeron que tenían una donante compatible conmigo lloré de la emoción. Pensé que por mis características físicas tardarían en encontrarla, pero no fue así, tuve un pequeño golpe de suerte. Justo antes de que nos dijeran lo de la donante estuvimos rellenando un cuestionario sobre nuestras características físicas y rh. Me llamó la atención que tuviera que poner los datos de cuando tenía 20 años, ya que ni mi peso ni mi color de pelo eran los mismos. Me dijeron que me avisarían para comenzar con la medicación. Iba por ciclo sustituido, no natural. Para quien no lo sepa, cuando se hace una trasferencia (de cualquier tipo de embrión, con gametos propios o donados) lo pueden hacer en ciclo natural (sin medicación) o sustituido (con medicación). En el sustituido te paran los ovarios para que no ovules y te engordan el endometrio con medicación. En el natural se aseguran que hayas ovulado y el engorde del endometrios es el propio de después de ovular, no hace falta medicación. Sí se pone progesterona en ambos casos desde un par de días antes de la transferencia.
En mi caso primero tomé anticonceptivos, luego tuve que pincharme Decapeptyl, y para el engorde del endometrio Progynova, hasta seis pastillas al día. También me tuve que pinchar ovitrelle. La progynova (valerato de estradiol) me sentó realmente mal. Me daba angustia, sudoraciones, taquicardias, etc. Pero pensaba que era por mi bebé, así que con todo el gusto del mundo me tomé todo lo que me mandaron. Además no había nada de pinchazos diarios, ni de preparar la medicación, ni los efectos secundarios de la estimulación. Todo un lujo y tranquilidad. También tuve que hacerme en dos ocasiones análisis para ver los niveles de estradiol y de la prolactina, así como controles ecográficos cada tres-cuatro días, para medir el endometrio. Con todo esto conseguí que mi endometrio midiera 8 mm. y que fuera trilaminar. El endometrio tiene que tener un determinado grosor y estar trilaminar para una mejor recepción de los embriones. Por otro lado nos iban llamando por teléfono para informarnos sobre la donante. Nos dijeron cuantos óvulos habían sacado, cuántos habían fecundado y finalmente cuantos embriones habían conseguido. En total fueron seis embriones de los cuales dos me tranfirieron en fresco y los otros cuatro los congelaron.
Y vino el día de la transferencia: lo vivimos con muchísima ilusión. Como siempre tuve que ir con la vejiga llena, lo cual me resultaba muy molesto porque a veces tenía que esperar porque iban con retraso. En una ocasión tuve que hacer un poco de pis para aliviar la vejiga ya que no podía más. Pasamos a quirófano y allí, mi chico y yo cogidos de la mano, vimos como dos puntitos de luz se instalaban en mi útero. Después fuimos a la habitación a estar en reposo una horita y para casa.
Y la temida betaespera... Tuve que tomar progesterona via vaginal y también me mandaron aspirina. Los primeros días de la betaespera prima la emoción, la ilusión, el pensar ¡¡esta sí que sí!! Pero conforme pasan los días se empieza a instalar el miedo de no haberlo conseguido. Que sea un negativo. Pero intentas ser positiva y pensar que no, que la ovodonación tiene una tasa muy alta, y que por qué no vas a estar tú en ese porcentaje de las que lo consiguen a la primera. Y que en caso de que no, pues tienes a cuatro frigopeques esperando para un nuevo intento. Fue un negativo. Un negativo duro de asimilar por todas las esperanzas puestas en este tratamiento. Pero un negativo y seguido, no un negativo y final. Volveríamos a intentarlo... Como debía esperar a que me bajara la regla para ese nuevo intento pasó bastante tiempo porque el decapeptyl me retrasó muchísimo la regla. Así que mientras me bajó la regla y me volvieron a preparar el endometrio porque volví a hacerme la transfer en ciclo sustituido, pasaron cuatro meses. Cuando descongelaron los embriones me avisaron de que uno no había sobrevivido y que, de los tres que quedaban dos eran buenos y uno muy regulero. Tras un tira y afloja entre mi chico y yo, finalmente me pusieron a los tres. Y ahí sí es cierto que pensaba que, si no funcionaba esta vez, no sabía hacia donde tiraríamos. Y ya sabéis que tampoco funcionó. Que de nuevo fue negativo y ese negativo fue un mazazo para mi chico. Le afectó mucho y se derrumbó. ¿Qué haces cuando la técnica de fertilidad que supuestamente tiene más tasa de éxito no funciona?
Pero después de ese negativo y de un embarazo nada esperado que de nuevo terminó en aborto, vino el IVI. Y con él todas las respuestas a nuestras preguntas y la solución a nuestros problemas. Tras detectarme y operarme de una malformación uterina, vino mi tercera ovodonación. Y esta vez fue en ciclo natural porque, según la doctora Crespo, mi cuerpo no reacciona bien a la medicación. De hecho, sin tomar ningún tipo de hormona, mi endometrio llegó a casi 10 mm., más grosor que con medicación, y, evidentemente no tuve ningún efecto secundario. Tampoco tuve que hacerme analíticas de hormonas, y me hicieron un par de ecos. Aquí sincronizaron a la donante con mi ciclo y, tras ovular (me piché ovitrelle), me transfirieron dos preciosos blastos cuyo resultado fue un inesperado positivo y, tras ocho meses, la llegada de mi angelote. Durante la betaespera tuve que pincharme heparina, ponerme óvulos de progesterona (desde un par de días antes de la transfer) y, además, pincharme progesterona intramuscular cada 48 horas que, por cierto, es dolorosísima. Pero mereció la pena, vaya que si mereció la pena...
Esta entrada es para todo el mundo, pero en especial para las que van a comenzar con el proceso de ovodonación. Quería informar sobre el proceso en sí, la medicación y la diferencia entre ciclo natural y sustituido. Por cierto que el primero parece tener mayor tasa de éxito. Si alguien tiene alguna duda o quiere preguntar algo, pues ya sabéis... ¡
¡Mucho ánimo!!