lunes, 23 de junio de 2014

Sombras del pasado...

Cuando una ha pasado tantísimo para poder llegar a ser madre, se puede pensar que todo lo pasado queda en el olvido una vez que has conseguido tu objetivo. En mi caso no es así.
 
Hace poco tuve una charla con mi chico y fue él el que me preguntó si todavía me acordaba y me dolía todo lo que habíamos pasado. Mi contestación fue rápida. Si. Todavía me acuerdo y sí, todavía me duele. Es cierto que el dolor se ha amortiguado con la llegada de mi angelote, no voy a obviarlo, pero todo no ha desaparecido como por arte de magia.
A veces pienso como serían esos cinco embriones que tuve conmigo y se fueron, como habrían llegado a ser. Sé que es una tontería, pero a veces soy así, un poco ñoña.
 
Soy consciente de que todavía no he superado todo lo que he vivido y que sigo teniendo miedo de que lo que estoy viviendo se vaya, se esfume, se evapore. También sé que muchos miedos que tengo son compartidos con otras mamás que no han tenido problemas de infertilidad, pero os voy a contar un par de pinceladas para que seais conscientes de como el miedo en ocasiones me sigue atropellando.
 
Tengo un vigilabebés con pantalla. Un regalo de mis cuñados que es una pasada. Pues un par de mañanas, cuando mi angelote ha tardado más en despertarse de lo debido y yo estaba fuera del cuarto haciendo cosas, me comía la pantalla intentando ver si respiraba o no, pero no conseguía distinguir el movimiento de la respiración. Cualquier persona en su sano juicio iría al cuarto a echar un vistazo. Fui incapaz. Me quedé petrificada en la cocina, no podía moverme y empecé a pensar que a lo mejor le había pasado algo, pero no era capaz de ir a la habitación. Me puse a llorar del agobio que me entró. Menos mal que en seguida se movió y se despertó y ya me calmé, fui a la habitación y me lo comí a besos.
 
Sueño muchísimo que pierdo a mi angelote, o que se me cae, o que se ahoga. En la mayoría de los sueños no hago más que gritar su nombre y buscar como una desesperada por todos lados. A  veces me despierta mi chico porque dice que me muevo mucho y lloro y ya sabe que estoy teniendo una pesadilla.
 
Por las noches me despierto sobresaltada buscando a mi bebé y cuando lo veo  tengo que contar hasta tres para comprobar que sigue respirando. Me digo mentalmente: a la de tres: una, dos y tres. A veces no soy capaz y vuelvo a contar tres de nuevo...
 
En fín, que estoy de atar. Y es que soy tan feliz, TAN FELIZ, que pienso si no se dará de nuevo la vuelta y me tocará de nuevo sufrir. Como si haber sido tanto tiempo sufridora me hubiera hecho esperar siempre lo peor.
 
¿Y vosotras también tenéis estos miedos o me voy yo sola a una habitación acolchada?
 
 

viernes, 20 de junio de 2014

¿Estás a favor de la donación de óvulos?

Resulta que estoy suscrita de manera gratuíta a una revista cuyo contenido gira en torno al bebé. Y este mes, dentro de la revista, aparece en el apartado "Mi opinión" esta pregunta "¿Estás a favor de la donación de óvulos? ¿Donarías tus óvulos para ayudar a otras mujeres a ser mamás? ¿Recurrirías a esta técnica para tener hijos? Nuestras mamás opinan".
 
Y aparecen dos columnas, SÍ porque... y NO porque...
 
 
Evidentemente, todos sabemos que opinar es gratuito, que cada uno es libre de tener su idea y pensamiento y, apunto yo, la ignorancia es muy atrevida y el que no lo vive no lo pasa.
 
Razones de las lectoras para decir que NO
 
- Si no hubiéramos podido ser padres de manera natural, hubiéramos adoptado un hijo.
Aquí se ve lo poco, poquísimo, escasísimo conocimiento que tienen las personas sobre lo que es la adopción y lo que requiere este angosto, duro y largo proceso. Que es la frase comodín, que todo el mundo utiliza... "pues adopta". Puf, cuantas veces lo he tenido que escuchar. Seguido del consabido "con la de niños que hay por ahí que necesitan unos padres" (pero los que te lo dicen con los suyos biológicos  ehhhh).
 
 
- Antes de recurrir a esta opción, habría renunciado a la maternidad.
Y hubieras hecho lo correcto. Porque cuando tienes el instinto maternal tan limitado, quizás sea la mejor opción. Tener hijos porque toca... como que no. Si vienen bien, y si no también... no lo veo claro.
 
 
- No podría aceptar el hecho de ver a mi hijo y no reconocer en él ningún gesto o rasgo que me resultase familiar... Creo que no lo sentiría completamente mío.
¿Pero tú has tenido hijos o calcos? Como mis padres estén esperando a reconocer en mí algún gesto o rasgo que les resulte familiar... Les voy a preguntar si sienten que soy COMPLETAMENTE (madreeee) suya. A lo mejor me llevo una sorpresa.
 
 
- La ciencia no tiene en cuenta que, cuando donamos óvulos o esperma, se pueden usar para diferentes madres. Por lo tanto, después, hay hermanos consanguíneos que no saben que lo son. Tampoco estoy de acuerdo con lo que hacen con los embriones.
Las personas no tenemos en cuenta que, cuando convivimos en pareja, podemos llevarnos la sorpresa de tener a nuestra vera un latin-lover o inseminador nato que va dejando su semillita por doquier. Por lo tanto, hay hermanos consanguíneos que no saben que lo son.
Lo de los embriones no sé si se refiere a cuando investigan con ellos o cuando se deshacen con ellos. Esto requiere de un análisis más profundo que algún día tocaré en el blog.
 
 
- Creo que hay que aceptar nuestro destino. Si no podemos tener hijos, podemos llenar ese vacío de otra forma, con la acogida, por ejemplo. Hay muchos niños que nos necesitan.
Y lleva toda la razón. Hay muchos niños que nos necesitan y estoy a favor del acogimiento. Peeeeeero, te doy un consejo: cuando pases las entrevistas de valoración para la idoneidad, hazme el favor de decir exactamente lo que has escrito "oiga, que no puedo tener hijos y necesito llenar este vacío de otra forma, con la acogida por ejemplo". A ver qué ocurre...
Sobre lo de que hay que aceptar nuestro destino pues no he podido evitar el carcajeo. Pues nada, cuando te pongas malita, acepta el destino y "p'alante".
 
 
Sé que en mis comentarios no he sido correcta y algunas opiniones pueden crear diversidad de opiniones. Pero si estas personas han comentado su opinión en una revista, a ver cómo me guardo yo la mía escribiendo en mi propio blog...

jueves, 19 de junio de 2014

¿Qué le das teta o biberón?

Pues de todo. Le doy de todo. Después de estar dos veces a punto de destetarse porque no había manera de que se enganchara, puse en marcha otras estrategias para que no dejara del todo el pecho. Se lo ofrecía lo primero, pero viendo que no, le daba biberón y se lo volvía a ofrecer "de postre" y ahí sí se enganchaba un rato. Y mientras me seguía sacando leche con el sacaleches para seguir estimulando el pecho y darle la leche en biberón.
 
Mi producción sigue siendo muy baja. Nunca sabré qué ocurrió con mi lactancia ni por qué fracasó. No sé si es por problema de agarre de mi angelote, de si es que soy de las pocas mujeres que realmente no tienen leche o qué, pero el caso es que sigo teniendo poca leche. Me hice una analítica completa por si el tiroides lo tenía tocado, o anemia o  bajo hierro, pero nada, todo perfecto.
 
Ahora sí que toma pecho primero, pero sólo el derecho porque, he aquí otro misterio de la vida, el izquierdo no lo quiere ni ver. Yo digo que como él no quería pecho y yo sí, hemos llegado a un acuerdo: sólo uno y contentos los dos, jejeje. Y yo pues estoy feliz de por lo menos haber logrado que no se destetara y tome algo de leche materna. Además que el hecho de tenerlo al pecho es que es algo indescriptible, es un momento precioso, íntimo, especial y lo disfruto al máximo. Creo que he peleado todo lo que he podido por la lactancia, me ha llevado muchos quebraderos de cabeza, mucho cansancio (me tiro más de tres horas al día en total pegada al sacaleches) y algún que otro lloro, pero ahí seguimos...

domingo, 15 de junio de 2014

Tal día como hoy hace un año...

... anunciamos nuestro positivo a la familia.
 
El día anterior nos habían dado la gran noticia de que la beta había sido positiva y era bastante alta. Estábamos bastante agobiados con los manchados que tenía, pero al tranquilizarnos desde la clínica, nosotros algo respiramos.
 
Nuestra familia no sabía nada de que nos habíamos sometido a un tratamiento. Pensaban que estábamos a la espera de empezar ya que les dijimos que desde el IVI nos habían pautado seguir esperando para que se regenerara bien mi útero después de las dos operaciones.
 
En verdad yo no quería decir nada hasta que estuviera más avanzada, pero mi chico dijo que qué tontería, que mejor compartir nuestra alegría con la familia y si luego llegaba la pena pues también la compartiríamos, pero por lo menos no era solo los sinsabores. Total que me convenció.
 
Ese día mi hermano se compraba el traje para su boda, así que me fui con él, con mis padres, la suegra de mi hermano y mi cuñada. Con cuidado de no hacer esfuerzos, sentándome siempre que podía, sin coger a mis sobrinos, bebiendo cosas sin alcohol... Así pasó la mañana y yo callada sin hablar porque estaba esperando a que llegara mi chico que esa mañana trabajaba. Queríamos estar los dos. Cuando llegó fui a recogerle y nos dirigimos a casa de mis padres. Yo estaba temblando de los nervios y porque no sabía muy bien como empezar a hablar. Me decía cosas en la cabeza, pero ninguna me convencía... Llamamos a casa de mis padres, nos abrieron, nos sentamos en el salón los cuatro, y antes de poner el culo en los sofás, mi chico dice: venga suéltalo ya. Y yo, que me había preparado en la cabeza cien discursos, lo único que me salió al abrir la boca fue: que estoy embarazada.
 
Y se hizo el silencio.
 
Y seguía el silencio.
 
Y allí nadie decía nada...
 
Y ya nerviosa perdida, le digo a mis padres: ¡pero no decías nada o qué! Y mi madre empezó a decir que estábamos locos, que por qué habíamos hecho eso, que teníamos que haber esperado a ver lo que nos decían en Valencia, que cómo habíamos estado para no esperar... En fín, una regañina en toda regla, y mi padre asintiendo todo el rato. ¡¡Vaya anuncio de embarazo!!
 
Ya más calmada empecé a explicarles que ya habíamos ido a Valencia, que había sido por tratamiento y que todo iba bien con mi útero. Y mi madre me echó otra regañina: que por qué no habíamos dicho nada, que hay que ver como somos, que un embarazo no se anuncia así, que por qué no había empezado por ahí...
 
Hasta que le dije: bueno, entonces no me felicitas o qué. Y ya por fín nos abrazaron, nos besaron, nos felicitaron y nos inflaron a preguntas sobre el tratamiento y sobre todo lo que habíamos hecho. Poco a poco fueron asumiendo la noticia y alegrándose cada vez más.
 
Y luego fuimos a casa de mi hermano que nos estaban esperando mis hermanos, mis cuñadas y mis sobrinos. Nos llevamos a mis padres y mi madre me pidió que no les diera la noticia como a ellos, que primero les explicara porque si no se iban a quedar a cuadros como les había pasado a ellos.
 
Así lo hicimos, empezamos explicando que habíamos ido a que me revisaran el útero, que habían visto que todo estaba perfecto, que en seguida me pusieron en tratamiento, que nos habían transferido dos embriones y que estaba embarazada. Ahí si fue un jolgorio, mis hermanos, mis cuñadas, mis sobrinos, todos abrazándonos, grittando, cantando. Fue un momentazo. A pesar de las reservas, del miedo, de que ellos también temían que no fuera bien, preferimos disfrutar de ese instante de felicidad.

jueves, 5 de junio de 2014

A vueltas con la lactancia

Ya dije en mi anterior entrada que si algo tenía claro es que iba a dar el pecho a mi angelote. Inocente de mí, creía que iba a ser lo más fácil del mundo porque me había hecho un máster en lactancia durante el embarazo. Pero una vez más una cosa es lo que tú quieres, y otra la que te da la vida.
 
Cuando mi niño no había ganado ni un solo mísero gramo aún estando todo el día en la teta, no hubo más remedio que suplementar, y ahí fue cuando entraron los biberones y la leche artificial. Pero si habéis seguido mi blog, sabréis que si hay algo que me caracteriza es que no bajo los brazos ante las dificultades, sobre todo si ese algo me interesa. Y dar el pecho a mi hijo me interesaba y mucho...
Así que lo primero que hice fue contactar con un grupo de lactancia que encontré por internet y que estaba en mi ciudad. Cuando llamé me llevé el chasco de que hacía años que ese grupo se había disuelto (es de la Liga de Leche), pero la chica que me atendió, muy amable me dijo que podría llamar a cualquier otra provincia para exponer mi caso. Y eso hice, pero la mujer que me atendió por teléfono me dijo que sin ver cómo mamaba mi angelote, poco podría decir porque no sabía si era un problema de agarre, o si había algo más detrás.
 
El siguiente paso fue contactar con otro grupo de lactancia que no estaba en mi ciudad, pero sí dentro de mi provincia. Tuve la suerte de que quien me atendió además de asesora de lactancia, es matrona, así que quedé con ella al día siguiente para que pudiéramos ver qué estaba pasando.
 
Fue el primer viaje en coche de mi hijo que se portó como un campeón la hora de trayecto que tuvimos que hacer hasta llegar a ver a la matrona. Cuando llegué le expliqué todo lo que habíamos pasado hasta ese día. Fue tan amable, tan agradable conmigo, tan cariñosa y cálida... De verdad que no tengo con qué agradecerle la manera en que me trató y de manera totalmente altruista. Después de explicarle todo me pidió que me quitara la ropa de cintura para arriba y desnudó también a mi angelote para que hiciéramos piel con piel e hiciera el agarre solo. Como tenía grietas en los pezones, nada más agarrarse, dolor insufrible. La matrona vio que mi niño no se agarraba bien. No evertía los labios ni cogía parte de la areola, por lo que la succión no era correcta. Le metió el dedo en la boca y comprobó que la presión la ejercía con la encía de abajo, y no con la lengua. Me recomendó que lo viera un otorrino por si tenía algún problema estructural en la boca como frenillo por ejemplo. Y que si tenía que suplementar que fuera con mi propia leche y utilizando algún método que no produjera la confusión tetina-pezón, por lo que los biberones convencionales descartados.

Y lo llevé al otorrino, el cual sólo le detectó una leve retrognatia (consiste en tener la mandíbula de abajo más hundida que la de arriba) y me fui a una tienda a alquilar un sacaleches revolucionario que era lo más de lo más. Peeero, comencé a ver que con el sacaleches yo apenas sacaba. Me lo ponía hasta diez veces al día y como muchísimo sacaba 250 ml. en total. Una pena vamos... Había veces que después de 20 minutos no rellenaba ni el fondo del bote. Y la leche salía a cuentagotas.

Creo que hice todo lo que pude: le daba el pecho, después el biberón con una tetina especial que imita al pezón, bien de mi leche o artificial si no tenía de la mía y luego me sacaba leche. Limpiaba todo y a la media hora vuelta a empezar.

Pero al cabo del tiempo mi angelote empezó a rechazar el pecho. Lo ponía y empezaba a llorar, a patalear, me arañaba, me manoteaba... Era más que evidente que por mucho que me estimulaba seguía teniendo poca leche y mi hijo se estaba cansando de succionar cuarenta veces seguidas para poder tragar un poco de leche.