Cuando una ha pasado tantísimo para poder llegar a ser madre, se puede pensar que todo lo pasado queda en el olvido una vez que has conseguido tu objetivo. En mi caso no es así.
Hace poco tuve una charla con mi chico y fue él el que me preguntó si todavía me acordaba y me dolía todo lo que habíamos pasado. Mi contestación fue rápida. Si. Todavía me acuerdo y sí, todavía me duele. Es cierto que el dolor se ha amortiguado con la llegada de mi angelote, no voy a obviarlo, pero todo no ha desaparecido como por arte de magia.
A veces pienso como serían esos cinco embriones que tuve conmigo y se fueron, como habrían llegado a ser. Sé que es una tontería, pero a veces soy así, un poco ñoña.
Soy consciente de que todavía no he superado todo lo que he vivido y que sigo teniendo miedo de que lo que estoy viviendo se vaya, se esfume, se evapore. También sé que muchos miedos que tengo son compartidos con otras mamás que no han tenido problemas de infertilidad, pero os voy a contar un par de pinceladas para que seais conscientes de como el miedo en ocasiones me sigue atropellando.
Tengo un vigilabebés con pantalla. Un regalo de mis cuñados que es una pasada. Pues un par de mañanas, cuando mi angelote ha tardado más en despertarse de lo debido y yo estaba fuera del cuarto haciendo cosas, me comía la pantalla intentando ver si respiraba o no, pero no conseguía distinguir el movimiento de la respiración. Cualquier persona en su sano juicio iría al cuarto a echar un vistazo. Fui incapaz. Me quedé petrificada en la cocina, no podía moverme y empecé a pensar que a lo mejor le había pasado algo, pero no era capaz de ir a la habitación. Me puse a llorar del agobio que me entró. Menos mal que en seguida se movió y se despertó y ya me calmé, fui a la habitación y me lo comí a besos.
Sueño muchísimo que pierdo a mi angelote, o que se me cae, o que se ahoga. En la mayoría de los sueños no hago más que gritar su nombre y buscar como una desesperada por todos lados. A veces me despierta mi chico porque dice que me muevo mucho y lloro y ya sabe que estoy teniendo una pesadilla.
Por las noches me despierto sobresaltada buscando a mi bebé y cuando lo veo tengo que contar hasta tres para comprobar que sigue respirando. Me digo mentalmente: a la de tres: una, dos y tres. A veces no soy capaz y vuelvo a contar tres de nuevo...
En fín, que estoy de atar. Y es que soy tan feliz, TAN FELIZ, que pienso si no se dará de nuevo la vuelta y me tocará de nuevo sufrir. Como si haber sido tanto tiempo sufridora me hubiera hecho esperar siempre lo peor.
¿Y vosotras también tenéis estos miedos o me voy yo sola a una habitación acolchada?