lunes, 17 de febrero de 2014

El día más feliz de mi vida

El 12 de febrero, a las 12 de la mañana nació mi niño con 3.410 kilos y con una cara angelical.
Y por fin llegué al otro lado del laberinto. No puedo ser más feliz

domingo, 9 de febrero de 2014

¿Falta mucho?

Pues esta pregunta va referida al nacimiento de mi niño. ¿Falta mucho? Pues creo que no...
 
Este niño sigue de nalgas, y parece que ya no le va a dar tiempo a darse le vuelta, aunque nunca se sabe...
 
El miércoles es el gran día. Miércoles, 12 de febrero de 2014. El día que, si no cambian las circunstancias, veré la cara de mi niño y podré tenerle entre mis brazos (ea, ya estoy llorando). Y digo si no cambian las circunstancias porque precisamente ayer me enteré de una chica que iba a hacerse la cesárea por el mismo motivo que yo y cuando llegó al hospital la mandaron a su casa porque se había dado la vuelta, así que...
 
El plan es el siguiente: mañana tengo cita con el anestesista. El miércoles a las 9 tengo que estar en la consulta de bienestar fetal, me vuelven a hacer una ecografía, y si se confirma que está de nalgas, me ingreso y cesárea.
 
Tengo muchísimos sentimientos encontrados. Por un lado, cierto respeto (bueno, vale, miedo) porque al fin y al cabo es una intervención quirúrgica, y eso siempre impresiona. Por otro lado tristeza porque sé que no voy a poder estar desde el principio con mi niño (protocolo de este hospital), ni mi chico va a poder estar conmigo. También pienso en el postoperatorio y si voy a poder atenderlo bien. Y por otro emoción, mucha emoción, porque cada vez que lo pienso me emociono tanto que se me caen las lágrimas. Llevo sin dormir desde el martes, que fue cuando me anunciaron todo esto. Me imagino el momento en el que por fin nos conozcamos (o mejor dicho reconozcamos) mi niño y yo y puffffffffff.
 
Estoy a punto de salir del laberinto, veo la salida, está ahí, la siento, la palpo, la huelo y, sin poder evitarlo, echo la vista atrás y veo todo lo que he atravesado, sufrido, andado, llorado y vivido hasta llegar aquí. Vuelvo a mirar hacia adelante y veo a mi niño esperándome, llamándome desde la salida del laberinto. ¡¡Ya voy cariño, he tardado, pero ya estoy aquí!!
 


miércoles, 5 de febrero de 2014

Pero ¿a quién se parece este niño?

Pues a su padre y a su madre, ni más ni menos.
 
No hay día que no haya alguien de la familia que me diga que qué ganas de verle la carita a mi niño para ver a quién se parece. Que si será moreno como su padre o rubio como su madre, que si a ver si va a sacar las orejas de su abuelo (mi padre) o la nariz de su abuela (mi madre) que son rasgos bastante distintivos en mi familia.
 
Al principio me ponía tensa con este tema. Mi hijo es de ovodonación y no va a sacar nada de eso. Creí que me ponía nerviosa porque en el fondo deseaba que sacara algo de la familia, que me iba a parecer raro verle y no identificar ningún rasgo mío. Pero no fue así, estaba equivocada. Reflexionando y trabajando sobre lo que sentía me di cuenta que no me importaba que mi hijo no se pareciera a mí, porque de hecho aunque no fuera de ovodonación nadie me garantizaría que se pareciera a mí, sino que lo que me daba miedo es que "descubrieran" que mi hijo es mío, pero que el 50% de sus genes no. Es decir, que pudieran pensar que es fruto de la ovodonación.
 
Mi chico y yo tomamos la decisión de no decir a nadie lo de la ovo. Yo no hubiera tenido ningún problema en decirlo a mi familia, porque de hecho mi madre fue la que una vez nos dijo que por qué no probábamos. Pero la familia de mi chico es harina de otro costal, y nos daba miedo que lo rechazaran. Y si pensamos eso es porque cabía esa posibilidad, y lo siento, pero no. Así que decidimos lo más radical: o todos moros, o todos cristianos, así que... ninguno.
 
Cuando surge el tema yo suelo decir "pues como se parezca a mí lo mismo que yo a mis padres..." (es que no me parezco en nada). ¡Y la gente me saca parecidos de risa! "Hombre tan grande las orejas no las tienes, pero así la formilla sí se parecen a las de tu padre" "A tu madre le das un aire" (¿comor?) "Sí te pareces, que tu padre de chico era rubillo, pero luego se le oscureció el pelo" "Anda que no te pareces a tu madre, tienes los mismos gestos que ella" (¿eso es parecerse? también he cogido gestos de mi chico ¿tendremos algunos genes compartidos?)
 
En fín, que la gente ve lo que quiere ver. Tengo un sobrino que es calcado a su madre y a la familia de ella, pero calcado. Pues según mi suegra no, no se parece a la madre, es igual que el padre cuando era pequeño (evidentemente la madre es su nuera y el padre es su hijo). Y como estas pues las que quieras...
 
Ya lo tengo más que superado. Mi niño se parece a su padre y a su madre ¿alguien lo pone en duda?
 
 
 
 


sábado, 1 de febrero de 2014

Recta final...

Si alguien me hubiera dicho el año pasado que este año a estas alturas estaría a 20 días de tener a mi niño me habría descojonado.
 
Y sin embargo, aquí estoy, hecha una bola, pero la verdad que genial. A pesar de haber estado todo el embarazo de baja laboral, he tenido un embarazo fantástico. En el primer trimestre tuve algún manchado, además me dio infección en una muela y lo pasé regular porque nunca había tenido dolor de muelas y la verdad es que es desesperante. También tuve problemas con el estreñimiento y las hemorroides que me hicieron sangrar bastante y estar muy dolorida, pero a parte de esto... genial.
 
No he vomitado ni una sola vez. Mal cuerpo sí, alguna arcada, no podía tomar lácteos porque me daba angustia, pero ni un solo vómito.
 
El segundo trimestre ha sido inmejorable. Además me cambió la piel y el pelo (para mejor) y me he visto más guapa que en toda mi vida, con una luz especial que yo atribuyo a la felicidad tan inmensa que tengo. Al haber pasado el primer trimestre ya me atreví a empezar a andar todos los días una horita y no estar tanto en reposo. He cuidado mi alimentación pero porque la he cuidado toda mi vida desde que desarrollé ya que tengo una alta tendencia a engordar. Aún así el peso ha sido uno de mis caballos de batalla ya que he puesto muchos kilos, pero creo que ha sido por falta de actividad más que por la comida.
 
Y el tercer trimestre pues más de lo mismo. Es cierto que a estas alturas tengo que andar más despacio, que a veces me duele la pierna derecha y se me mueren los riñones, que hay noches que duermo bastante mal, que me pesa la barriga, pero me encuentra increiblemente vital. Tengo ganas de ver a mi niño, pero me encanta estar embarazada y sentirlo dentro de mí. Voy a echarlo mucho de menos, sus pataditas (o patadones), los bultos en mi tripa, sus codazos...
 
Sobre el parto... pues me he estado preparando desde hace tiempo, he leído todo lo que ha caído en mis manos sobre parto y lactancia, me he metido en foros, páginas webs, he investigado sobre los protocolos de mi hospital y quizás no me sirva de nada porque mi niño decidió hace tiempo que estaba muy a gusto sentadito y a sus 37 semanas sigue de nalgas sin intención de moverse. Así que si no cambia la cosa... cesárea porque en mi ciudad no atienden partos vaginales de nalgas. Intento no pensar, pero creo que debo prepararme porque era algo que, aunque te pasa por la mente que puede ocurrir, pues deseaba que no pasara. El martes vuelvo a tener eco a ver si se ha cambiado (de momento sé que no) y a ver qué me plantean, aunque mi intención es darle la oportunidad a mi niño de que se cambie porque he escuchado que hay niños que se dan la vuelta hasta el mismo día del parto.
 
Ya os iré contando...