jueves, 25 de septiembre de 2014

Niños deseados y estilos de crianza

Una vez leí, no sé si en un foro, en un comentario a un blog, o en otro sitio "no te pienses que eres más madre por haber deseado más tiempo a tu hijo".
 
Esto me hizo reflexionar sobre hasta qué punto puede incidir la infertilidad en la manera en que tratamos a nuestros hijos. Seguramente habrá madres (y padres) de todo tipo independientemente de si la búsqueda ha sido corta o larga, si han necesitado o no tratamiento, si su hijo fue deseado o no... Pero en mi caso os puedo decir que estoy segura de que sí que ha influido el tiempo de búsqueda, las pérdidas y todo el camino recorrido en mi manera de ver y disfrutar la maternidad.
 
En mi entorno, a pesar de que los niños son queridos, hay mucha predisposición a dar una visión negativa de los bebés y los niños. Frases del tipo "me toma el pelo", "parece que lo hace por joder", "es malísimo" y muchas más que oyes día sí y día también hacían que yo adquiriera esa visión catastrofista de lo que era tener un hijo. Gente quejándose de noches sin dormir, de no poder tomarse una cerveza a gusto, de lo malo que es para comer, de lo que le duele la espalda de ir detrás del niño, de la tortura que supone que se vista o se bañe o se corte el pelo o haga los deberes o se limpie el culo o... y así hasta el infinito me hacía parecer que en vez de un bebé la gente tenía un gremlin. Porque a pesar de que todo esto es verdad, la gente suele contar más lo negativo que lo positivo.

Cuando me quedé embarazada todo el mundo presagiaba que lo que íbamos a vivir era el apocalipsis final, que nos iba a cambiar tantísimo la vida que casi que nos ibamos a arrepentir de nuestra decisión.Luego finalizaban con un "pero se quieren con locura". Jolines, quince minutos hablando de lo mal que lo pasan siendo papás y de lo bueno con cinco palabras lo han rematado. Muy pocas personas, las puedo contar con una mano, me hablaban solo de lo positivo de ser padres o me hablaban más de las cosas buenas que de las malas.

Supongo que me ha tocado un niño bueno, o supongo que me esperaba pasarlo tan mal que para mí no ha supuesto tanto cambio ni tanto problema. Vamos a ver, pues claro que no duermo como antes, y hay noches que me doy con un canto en los dientes si duermo seis horas (no seguidas). Pues claro que no puedo tomarme una cerveza tranquilamente porque mi angelote llama nuestra atención y tengo que cogerlo en mi regazo y hacer malabares para que no me tire el vaso con sus manos. Pues claro que me arriñono intentando cambiarlo y descambiarlo porque no quiere estar boca arriba  y tardo a veces veinte minutos en vestirlo. Pues claro que hay días que come fatal, y escupe la comida, y tengo que fregar el suelo veinte veces y se pone de comida hasta los ojos (literal) y la ropa y la trona y a mí. Pues claro que tiene momentos en que se queja y llora y solo se calma en brazos y no puedes dejarlo en ningún sitio porque vuelve a llorar y no puedes hacer otra cosa que tenerlo en brazos y morirte del dolor de riñones.

Pero es que esto es ser papás ¿no? Quiero decir, que esto es lo que yo me esperaba... Creo que esto va en función de expectativas, y ya lo sé que también del niño, que hay bebés de alta demanda y es independiente de las expectativas que tú tengas. Pero es que hay gente que, por lo que me cuenta, en vez de bebés creían que iban a tener nenucos, y que cuando llegara la noche les iban a quitar las pilas y hasta el día siguiente.

Cuando alguien me pregunta que si angelote es bueno yo siempre respondo ¡¡pues claro!! qué maldad va a tener si es un bebé. Pero no se refieren a eso, sino a si no llora, si come y si duerme. Y respondo que sí, que no llora, que come y duerme. Pero cuando pasan un rato conmigo pues saltan  ¡¡claro que es bueno!! Si es que en cuanto se queja lo coges. Si es que si cierra el pico no le das más comida. Si es que si es la hora de dormir y no tiene sueño no le acuestas. Si es que... Bueno, pues esa es mi manera de entender la maternidad. Y, de momento, me va fenomenal. Mi angelote es un niño súper feliz y yo también.

A veces creo que hay gente que lo ha pasado tan mal con sus bebés que desean que todo el mundo lo pase mal y les fastidia que estés molida, con dolor de espalda y cansadísima pero con una sonrisa de oreja a oreja y hablando de lo feliz que eres siendo mamá. Hoy mismo me he encontrado con un vecino y me ha dicho con una sonrisa de oreja a oreja y cara de satisfacción: ¡¡menudas ojeras, se hace notar el niño eh!! Y yo le he contestado: pues claro que se hace notar, eso es lo que más me gusta. Estoy cansada, pero tan contenta... Y oye, que se le ha quitado la sonrisa de golpe y me ha mirado como si estuviera loca.

Creo que si hubiera tenido a mi hijo hace años, cuando me quedé la primera vez, no hubiera sido así. Pienso que hubiera tirado más hacia otra manera de criar. No coger tanto en brazos, dejarlo que llore para que se acostumbre, obligarle a comer... Y compartiría esa visión catastrofista de los infantes.

No pienso que todo el mundo que ha pasado por la infertilidad tenga esta manera de criar y la misma visión que yo, pero me gustaría que alguna vez se hiciera un estudio para ver si es significativo el estilo educativo respecto a niños fruto de la lucha contra la infertilidad (a lo mejor ya existen estudios sobre esta temática).

¿Vosotros pensais que puede tener relación?



sábado, 20 de septiembre de 2014

FELIZ aniversario

Pues resulta que mañana, hace la friolera de doce años, mi chico y yo nos prometimos amor eterno en una preciosa ermita de un pueblo de nuestra provincia.

Para mí fue un día inolvidable, sobre todo porque me lo pasé en grande. Ver a toda la familia reunida, volver a ver a primos que hacía tiempo que no veía pero con los que compartí parte de mi infancia, ser consciente de que adquiriamos un compromiso formal el uno con el otro, para mí fue un día precioso.
 
Tuvimos la suerte de que salió todo muy bien y la gente lo disfrutó, que al fin y al cabo era lo que yo quería, que todos pasáramos un día estupendo.
 
Siempre hemos celebrado nuestro aniversario. Más allá de algún regalo puntual, lo que más nos ha gustado era celebrarlo cenando en el mismo sitio en el que celebramos el banquete. Y así lo hicimos durante unos años. Luego preferimos cambiar el sitio de la celebración con tal de no coger el coche y hemos ido cambiando el restaurante porque nos gusta probar cosas diferentes.
 
La celebración era en pareja. Mi chico y yo. Unas velas, música de fondo, manos entrelazadas y buena conversación. Para mí el mejor de los regalos. Pero llegó un día en que, como cualquier celebración, mi aniversario se convirtió en una fecha agridulce. Porque año tras año seguíamos siendo dos. Porque año tras año pensaba que ese iba a ser el último en pareja, y la composición familiar no cambiaba. Porque año tras año íbamos siendo un año más viejos y un poco más tristes. Porque año tras año en nuestras conversaciones siempre se colaba nuestra frustración por no poder ser padres, lágrimas por las pérdidas que ibamos acumulando y tristeza por un futuro nada halagüeño. Hasta que llegó un año en el que ya no decía: "a ver si para el próximo estoy embarazada o soy ya mamá". Porque me cansé de esperar, de desear, de poner fechas. Creo que me resigné y en mi interior se fue labrando la certeza de que ese día no llegaría. Qué triste llegar a estar en esa situación. La no esperanza es demoledora...
 
El año pasado celebré mi aniversario estando embarazada. Sin embargo todavía teníamos muchos miedos y yo no quería lanzar las campanas al vuelo. Hasta que no tuviera a mi hijo aquí no habría conseguido mi victoria.No habría vencido al monstruo de la infertilidad. Lo celebré feliz, pero con muchas reservas.
 
Pero este año sí. Este año POR FIN seremos tres a la mesa. Este año cambiará nuestro tema de conversación. Puede que incluso no podamos ni conversar si angelote se pone en modo "soy el centro de atención". Este año puede que se vuelvan a derramar lágrimas, pero serán de alegría y de emoción. Este año nuestro aniversario será el más especial de los doce que hemos celebrado.
 
Mi chico lo ha preparado todo y no suelta prenda. No sé donde lo vamos a celebrar, sólo me ha indicado que debemos ir arreglados. Así que le he comprado a mi angelote una camisa y un pantalón que está para comérselo.
 
Y, sin embargo, todavía me parece mentira...
 
 

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Perdona, pero yo ya he estado embarazada...

La sociedad en la que vivimos no está preparada para tratar con las penas de los demás. Cuando es una alegría lo que vemos en otra persona nos contagiamos rápidamente y le alentamos para que siga sintiéndose alegre. Cuando lo que vemos es tristeza, en seguida queremos que se le pase, que deje de estar triste y para eso somos más torpes.
 
A lo largo de mis pérdidas yo me he encontrado dos maneras de tratarme mi entorno con la intención de que dejara de estar triste. Una era hacer como si no hubiera pasado nada (no me hablaban del tema) y otra evitar cualquier cosa/tema/objeto que pudiera hacerme recordar que no era madre y había perdido un embarazo. El problema estaba en que sí había pasado algo y que no hacía falta ver a una embarazada o un carrito para yo recordar que había abortado porque lo tenía en mi cabeza. Ciertamente el ver una embarazada o un bebé agravaba mi penar, pero el no verlo no lo aliviaba.
 
Esta invisibilidad ha hecho que la gente crea que únicamente he estado embarazada y soy madre de mi angelote. Y esto no es así. Sé que mucha gente no comparte esto, pero para mí, desde el momento en que sabía que estaba embarazada, pensaba, hablaba y sentía a mi hijo. Aunque, como no se han cansado de repetirme, no fuera más que un puñado de células, para mí ya era mi bebé. Por tanto, he estado embarazada seis veces. Seis.
 
Que sí, que han sido pérdidas tempranas, pero eso no quiere decir que no duelan, porque yo ya quería a ese niño o niña que se estaba formando en mi barriga.
 
Y de esta manera, cuando me quedé embarazada de angelote y se enteraron de que todo iba medianamente bien, me decían cosas como "pues ya verás como se te ponen de dura las tetas" o "anda que como te den nauseas no sabes lo mal que se pasa" o "verás que sueño te entra por la noche, yo estaba muerta". Y yo tragaba saliva y decía: "ya lo sé, me ha pasado antes". Y entonces se sobresaltaban y me miraban con cara de no entender hasta que caían en la cuenta, y lejos de disculparse o decir alguna frase empática me soltaban un: "bueno, bueno, pero no es lo mismo, ahora sí que sí". Pues perdona pero no porque he estado embarazada. HE ESTADO EMBARAZADA. No resfriada, ni acatarrada. EMBARAZADA.
 
Hoy en día me sigue pasando. Si me preguntan por como fue el embarazo y les digo que bien, me dicen que no me fíe para el próximo, que no hay dos embarazos iguales. Pues y tanto, en algunos he tenido nauseas y en otros no, en alguno me he sentido más cansada y en otros no, en algunos he tenido sangrado de implantación y en otros no, en uno no hacía más que hacer pipí constantemente y en otros no, en uno me dio un hambre voraz y en los otros no. Pero esto no cuenta, porque no siguieron adelante.
 
Así que a la próxima que me diga algo así voy a tener que decirle "perdona pero yo ya he estado embarazada... Y seguro que más veces que tú"

domingo, 14 de septiembre de 2014

Lo que cuesta ser mamá

Cualquiera que se haya dado una vuelta por mi blog, puede hacerse una idea de lo mucho que hemos sufrido mi chico y yo hasta conseguir ser padres.
 
He hablado sobre el padecimiento, el sufrimiento emocional, la tristeza, el miedo, las lágrimas que hemos derramado, las operaciones que hemos pasado, todo lo que hemos hecho hasta conseguir ser papás. Pero hay algo más de lo que nunca he hablado y que, queramos o no, también es importante. Algo que también ha ayudado a que seamos padres y que también intercede en que se siga intentando o abandone. Exacto. Estoy hablando del aspecto económico de la infertilidad.
 
No os voy a engañar. Más bien tendría que decir que qué os voy a contar a muchas de vosotras que no sepais. A nosotros ser papás nos ha costado dinero. Mucho dinero. Y eso que, en definitiva, sólo hemos realizado una FIV y dos ovodonaciones. Y aún así todavía no me he atrevido a sumar la cantidad total de todo lo que nos hemos gastado. Hablando en pesetas son millones, varios millones de las antiguas pesetas. Y no estoy contando gasolina, noches de hotel, manutención, medicación, etc.
 
En la primera clínica a la que acudí, los tratamientos eran algo más baratos que en el IVI, pero me gasté muchísimo dinero en la medicación ya que me medicaban muchísimo para intentar conseguir más folículos. Con deciros que cada vez que entro a la farmacia donde compré la medicación les falta sacarme la alfombra... Hasta me regalaban cositas (un espejo, una cremita, un gel de baño) cuando les hacía el pedido.
 
Cuando cambiamos a IVI sabíamos que los tratamientos eran más caros. Y ciertamente lo son, hasta 2000 euros más que la otra clínica me costó la ovodonación. Lo que hice fue hacerme socia de ASPROIN y con esto tienes derecho a un porcentaje de descuento en las visitas y tratamientos al IVI. Ciertamente me ahorré bastante porque, claro está, también me gasté bastante.
 
Y es que me acabo de dar cuenta que no he contado las dos histeroscopias quirúrgicas a las que me sometí. Tampoco he contado todas las pruebas que me mandaron y que me realicé en mi ciudad (análisis, histerosalpingografía, ecografías, etc.). Pero en este caso pude pasar casi todo por mi seguro privado, así que eso que me ahorré.
 
¿Cómo puede una familia trabajadora soportar este tremendo gasto? Pues, en nuestro caso, echando mano de nuestros ahorros. De todos. Y siguiendo ahorrando todo lo que podíamos desde que empezamos con este problema. Tenemos la suerte de que, al no ser tan jóvenes, compramos nuestro piso cuando todavía no había empezado el boom del ladrillo y nuestra hipoteca es más que asequible. También que el negocio de mi chico, hasta que llegó la crisis, le daba más alegrías que penas (ahora es otro cantar...). Y, por supuesto, que eramos hormiguitas precisamente por el pensamiento de que los negocios no son sueldos estables y que lo mismo puedes estar arriba que abajo (como así ha sido). Ahora tenemos que remontar después de semejante desembolso. Y soy consciente de que no nos podemos quejar "ni mijita" porque hay gente que se entrampa hasta las cejas para poder someterse a un tratamiento de fertilidad. Y gente que, como mi hermana-prima, ni siquiera ha podido acceder a lo privado por no tener dinero. Joder, qué mal.
 
Las clínicas son clínicas de fertilidad, pero también son un negocio. Esto es más que evidente. Para ellos es un tratamiento más. Te dan el presupuesto y te dicen lo que cuesta como el que va a comprar un cuarto de choped. "En total son tantos miles de euros" y piensas en que el dinero se está acabando y que no sabes que vas a hacer si fallas porque alguna vez tendrás que parar. Porque ya no puedes más anímicamente y porque lo último que te apetece es seguir pagando mes a mes un tratamiento del que has obtenido un negativo. Sin hijo, pero con deudas.
 
Este es el lado menos bucólico de la búsqueda de la maternidad, pero es una realidad. He pagado mucho dinero por mi hijo (y lo volvería a pagar). Si no hubiera tenido ese dinero, quizás, por no decir seguro, no sería madre. Triste, pero cierto.

lunes, 8 de septiembre de 2014

El no bautizo

De momento no vamos a bautizar a angelote. Hemos decidido que vamos a esperar a que sea más grande a ver por donde se decanta y si quiere ser bautizado o no.
 
Esto, que en un principio no debería causar mayor problema sí que lo está siendo. ¿Por qué? Pues porque todo el mundo piensa que tiene derecho a opinar, a intentar imponer su criterio y a decidir que su punto de vista es el válido. Peeeero resulta que angelote es una persona, aunque sea bebé, y resulta que, mira tú que coincidencia, angelote es mi hijo, y puestos a que alguien decida pues va a ser que la que tiene la última palabra es su mamá y su papá...
 
Cuando me dicen que si es que no lo voy a bautizar, siempre respondo que eso no lo sé, que puede que en un futuro él quiera pertenecer a la Iglesia y entonces seré la primera que estará a su lado en la pila bautismal. Vamos, que le quito al cura el aceite para ungirlo y todo, que no tengo problema. Y entonces pues saltan que qué tontería, pues que lo haga ya, que qué malo tiene bautizarlo, que va a estar discriminado, que en el cole le van a mirar mal, que si la comunión, que si el apocalipsis final (bueno esto no lo dicen, pero ya mismo lo dirán). Y mira, que si yo no te he dicho que no bautices a tu hijo pues que a qué te pones a decirme que yo bautice al mío. Pues se molestan, oye, que qué borde me pongo.
 
Pues me pongo borde porque si sacas una vez el tema, pues oye, lo hablamos y ya está, pero que sea un tema recurrente cada fin de semana pues termina por tocarme un poco el porompompeiro. Porque si me lo dijeras después de haber salido de misa y haber recibido la comunión y haberte confesado, pues hasta podría ser más empática, pero cuando la última vez que has pisado la iglesia ha sido el mismo día que yo, es decir, para la última boda que asistimos, pues no me hagas comulgar (nunca mejor dicho) con ruedas de molino.
 
En fín, que lo que sí vamos a hacer es una fiesta de celebración por el nacimiento de mi niño, y será el mismo día que mi chico y yo hacemos doce años de casados. Nos hace mucha ilusión hacerle esta fiestecita a mi angelote, y estoy preparando un discursito para leer a la familia, y regalitos y sorpresas, jejeje. Será una comida, de no bautizo, claro. Y hemos tenido que decir en el restaurante que en el menú quiten "tarta de bautismo", y simplemente pondrán el nombre de mi niño. Sin más.
Pues otro drama con esto. Porque claro, vamos a celebrarlo con la familia más cercana (hermanos y padres), y de nuevo vienen las opiniones no pedidas de que no podemos hacer eso, que la gente espera que le invitemos (¿ein?), que nosotros hemos ido a los bautizos de los primos (claro, porque me han invitado y yo he querido ir ¿cual es el problema?), que no vamos a recibir regalos y nosotros sí hemos hecho regalos a los primos (alucino pepinillos, yo regalo porque me da la gana, no para que me regalen) y un largo etcétera. Pero vamos a ver, ¿te dije yo que me parecía una barbaridad que en los bautizos de tus hijos fuéramos 100 invitados? Pues toma nota y haz lo mismo nena.
 
Tanto me han calentado la cabeza que he estado a punto de echarme atrás y no celebrar nada. Pero no, que venga quien quiera y el que no, pues bye bye. Tengo ganas de juntarme con mis hermanos y mis padres, que estamos todos desperdigados, y pasar un buen rato, y eso es lo que va a pasar, que nos lo vamos a pasar genial.
 
 Pues ya me he desahogao!!!

He editado para aclarar que me parece estupendo quien bautice a sus hijos, y también quien no los bautice, que esto no va sobre bautizar si o no, o religión si o no, ni nada parecido, sino en que yo tengo una opinión y no la respetan y siento que es igual de respetable que la decisión de bautizar cuando son bebés.

Aclarado queda ;)

viernes, 5 de septiembre de 2014

¡¡He vuelto!!

Ni tengo vergüenza ni la he conocido.
Me fui sin decir ni un hasta luego, ni un adios, ni un feliz verano, si es que...
Y es que empecé con el trabajo y bueno, un poco de lío, de agobio, de mal rato. Menos mal que enseguida me cogí vacaciones y hasta ahora que vuelvo a trabajar y estamos buscando a alguien que se quede con nuestro angelote porque de momento no vamos a llevarlo a la guardería.
 
He estado leyendo lo que he podido de vuestras entradas, pero la verdad es que en vacaciones he desconectado del todo. Y lo hemos pasado de maravilla. Hemos estado 20 días en cuatro sitios diferentes y angelote lo ha llevado más que bien, no me puedo quejar.
 
En fín que ya os iré contando más tranquilamente y espero ponerme al día con vuestras entradas...