domingo, 15 de septiembre de 2013

Mi breve idilio con el cáncer o cómo un lunar te puede cambiar la vida (II)

Pues allí nos encontrábamos en consulta, cuando el médico soltó la bomba: "Tienes cáncer de piel. Dentro de los cáncer de piel existen diferentes tipos y tú tienes el más maligno. Es un melanoma y hay que operarte lo antes posible".
 
 
Creo que no fui consciente de lo que me dijo. O sí fui consciente, pero en ningún momento se me pasó por la cabeza que mi vida peligrara. Algo tan pequeño como un lunar no podría ser tan poderoso. Simplemente pensé que me operaría y se acabaría todo.
 
 
A los dos días me operaron. Me quitaron el melanoma y casi todo mi talón ya que debían reseccionar parte sana por seguridad. Dolía mucho, mucho, pero el verdadero golpe llegó después.
 
 
Resulta que cuando te extirpan un melanoma, deben analizarlo para ver la medida y espesor que tiene y, dependiendo de esto, se acaba todo o hay que hacer más pruebas. Pues bien, mi medida y espesor tenían un nivel bastante elevado, por lo que la lucha continuaba. Todo esto me lo dijo el dermatólogo, con muy buenas palabras, con tono tranquilo, con buen ánimo. Debía someterme a otra intervención para ver si tenía células cancerígenas pululando por mi cuerpo. Tiempo después, mirando internet e investigando sobre lo que me ocurrió, fue cuando me hice consciente de que la operación a la que me sometí era nada más y nada menos que para ver si tenía metástasis. Puff, con la de años que han pasado y se me acaban de poner los pelos de punta...
 
 
Es evidente que si estoy escribiendo el blog es porque la intervención salió bien y estaba limpia (¡¡vivaaa!!), desafiando a toda probabilidad ya que, según estadísticas, el grado que tenía de melanoma solía estar extendido por el cuerpo. Después de esto, curas dolorosas, revisiones trimestrales, y muchas ganas de volver a la normalidad y seguir con mi vida. Conseguí aprobar el máster, los cursos de doctorado, nos dieron el piso dos meses antes de la boda y nos casamos un precioso día de septiembre en la misma ermita que lo hicieron mis abuelos y mis padres.
 
 
Peeeeeeeero, y aquí es donde empieza mi historia en la búsqueda de nuestro hijo, tenía que tomar las siguientes precauciones: Evidentemente, nada de sol y seguir con mis revisiones y, mínimo durante dos años, y mejor si eran cinco, nada de hormonas porque el cáncer es hormonodependiente. Esto incluía métodos anticonceptivos y... un embarazo.
 
 


7 comentarios:

  1. Vaya, me alegro de que todo fuera bien. Tu historia me trae recuerdos muy amargos, a una persona muy cercana a mí también tenía algo en la piel, el dermatólogo no le dio importancia y no se lo cogieron a tiempo, y vamos fue un final no feliz.
    Ahora a esperar como continua tu historia.
    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya, siento haberte removido algo tan doloroso para ti. Siento mucho tu pérdida. Un beso muy gordo

      Eliminar
  2. Uff Valeska que valentia la tuya. Me alegro miuchisimo que este episodio haya quedado atras y muy lejos. Un besito guapa.

    ResponderEliminar
  3. Mira la que dice valiente, jejeje, anda que tú... Sí, todo quedó atrás. Sigo con revisiones y con mucho cuidado con el sol, pero esto es para siempre. Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  4. Me alegro mucho de que superaras el cáncer poder contarlo es sin duda una gran victoria....

    Un besico.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, tuve mucha suerte. A veces pienso que entre esto y haber conocido a mi chico la gasté toda, jejeje

      Eliminar
  5. Uf que putada (con perdon de la palabra)
    Luego escuchas a gente decir, bueno te ha tocado la infertilidad, a cada uno le toca una cosa. Como si por ser infertil ya cumplieras el cupo de putadas. Pues no, una no esta exenta de nada.

    ResponderEliminar