domingo, 10 de enero de 2016

Preparados, listos... ¡¡ya!!

Hoy es el cumpleaños de mi padre, y resulta que ha sido a mí a quien le ha caído un regalo: me ha bajado la regla antes de lo que esperaba.

¿Y qué significa esto? Pues que mañana estoy llamando a la clínica para informarles de que empezamos con este ciclo la búsqueda del hermanito para angelote. ¡¡¡Estoy nerviosa perdida!!!

El que me haya bajado antes hace que todo sea más fácil ya que laboralmente tenía un mes bastante chungo, he ido adelantando trabajo, pero tenía una cosilla pendiente para finales de mes y temía que me coincidiera con la transfer, pero ya va a ser que no (eso espero).

Ya empieza el movimiento. Además de llamar a la clínica tengo que llamar a mi gine de aquí para que me de cita el próximo viernes para ver como evolucionan los folículos y tome medidas. Así se va calculando la ovulación y dependiendo de esto será el día de la transferencia embrionaria. Lo de que me de cita para el viernes sí es un problema ya que él no visita los viernes, a ver si hace una excepción y todos estos años de relación sirven para algo. Si no tendré que buscarme a otro gine y, la verdad, no me apetece nada. Ni contar todo desde el principio, ni decir el por qué de esa visita, ni abrirme de piernas ante un nuevo desconocido. Pero si hay que hacerlo, pues se hará...

Mi chico y yo hemos pasado una "crisis". De repente le ha entrado el pánico a tener un segundo hijo. Y me pidió que lo retrasáramos unos meses. Me sentó muy mal porque ya tenía el cuerpo hecho a que con la regla de enero estaríamos en el lío. Porque me he esforzado muchísimo en el trabajo para que las fechas cuadraran con el tratamiento. Porque he dispuesto la agenda laboral para estar lo menos estresada posible y poder compatibilizar trabajo y tratamiento. Porque no me podía creer que reculara tras una decisión tan importante. Pero estuvimos hablando de esos miedos y son miedos que yo también tengo. Le entiendo perfectamente porque yo también pienso que nos puede desbordar tener otro bebé. Pero es que si lo piensas no lo tienes, así de claro lo tengo yo. Y sobre todo: todo lo que hablamos no desaparecerá de aquí a unos meses. Da igual el tiempo que pase, siempre estarán esos miedos. Así que, la decisión ya está tomada. 

Sentimientos encontrados: alegría, ilusión, nervios, miedo. Para mí (como para todas claro) lo peor: la betaespera. Aunque creo que serán "sólo" diez días porque son blastos, pero aún así... Qué jodida es esa espera por favor. Pensar que sí, pensar que no, notarte, no notarte, ilusionarte, no querer ilusionarte. Es un diálogo interno muy jodido. Te deja hecha polvo.

¿Problemas añadidos? Tenemos a angelote y no sabemos como vamos a hacer para ir a Valencia. Creo que iré yo sola. Tampoco tenemos muchas más opciones la verdad. Iré y vendré en tren. Una auténtica paliza de horas, pero pienso que así voy relajada, sentada y descansada. Más que si condujera diez horas en coche.

Seguiremos informando...

sábado, 2 de enero de 2016

Mi hijo es producto de un aquelarre químico

Eso es lo que opina el obispo de Córdoba de los hijos producto de las técnicas de reproducción asistida.

Y menos mal que no sabe que mi hijo es de ovodonación, si no directamente lo excomulga o lo exorciza. Ay espera, que angelote no está bautizado, pues eso que me ahorro...

La verdad que a mí lo que diga la Iglesia como que me toca un poco el pie. El año pasado el Papa Francisco condenó las TRA. Eso sí, los hijos que son productos de estas técnicas no los condena, sólo las técnicas en sí. Pues muy bien... Sigo diciendo que yo no tengo ningún problema, que para mí es como si alguien me dice que tengo que ponerme velo por ser mujer o que no puedo recibir una transfusión de sangre. Me parece extraterrestre.

Pero me pongo en la piel de mujeres y hombres que sí sigan la doctrina de la Iglesia, que también quieran ser padres y que "el abrazo amoroso" del que habla el arzobispo, y que es la única técnica que aprueba para poder ser padres, no surta efecto. Menudo dilema... o no. Recuerdo un capítulo de la serie La Que se Avecina, en la que Berta, personaje de misa diaria y confesiones horarias, quería recurrir a la FIV para volver a ser madre y, al consultar a su cura de cabecera, a éste le dio un infarto del disgusto que pilló. No sin antes dejarle bien claro a la susodicha que las TRA eran producto del demonio. Sé que esto es una serie, pero también sé que esta dualidad se le tendrá que presentar a más de uno y a más de dos. ¿Qué opción habrán escogido? ¿Seguir lo que una persona le dice que debe o no debe hacer o habrá podido más el querer ser padres?

Yo no entiendo de Iglesia y a lo mejor con esta entrada estoy metiendo un montón de patas y mezclando churras con merinas. Mi cuñada dice que eso es imposible que lo diga la Iglesia. Le mandé un enlace de la noticia en la que se incluía que el Papa actual había condenado las TRA. Pues ella resolvió esa dualidad (el pertenecer a la Iglesia y el querer a su sobrino) diciendo que como no lo había dicho el cura de su parroquia pues que para ella no valía. Pero que lo iba a consultar. Miedo me da lo que le diga Don Francisco...

Y a lo mejor cada uno resuelve la dualidad de la manera que mejor pueda.

Yo como no la tengo...

sábado, 19 de diciembre de 2015

Y llegó una de las temidas preguntas...

Esto es redundar en una de mis entradas, pero es que precisamente una de las situaciones que expuse, pues que la he vivido esta semana. Toma ya...

Resulta que estábamos angelote y yo dando un paseo cuando, una vez más, y cada vez que salimos, estábamos delante de uno de los escaparates navideños que más le gusta al susodicho. Es un súper escaparate con un ciervo, búhos, ardillas y un mega árbol, todo adornado y todo nevado. Mi angelote flipa cada vez que lo ve y empieza a señalar y a decir en su media lengua todos los ingredientes de la estampa navideña.

En esto que se acerca una mujer, de unos 70 años y empieza a decir que qué gracioso, que qué guapo, que qué rubio. Y yo con mi sonrisa de oreja a oreja y ese orgullo que te sube y que si fuera un pavo real desplegaría las plumas de la cola todo lo que se pudiera desplegar y las pasearía para que todo el mundo las viera... Pues ahí estaba yo, con mi sonrisa, henchida a más no poder, cuando la mujer me mira y sin anestesia, sin cloroformo y ni siquiera un simple calmante me suelta: ¿Que es su hijo o su nieto? ¡¡¡Zasca!!! La sonrisa se me heló en la cara y mi cuerpo se desinfló como un globo que sueltan sin haberle hecho un nudo después de soplarle. Y como pude, le dije: pues no, señora, no es mi nieto, es mi hijo. Y me fui.

Me sentó realmente mal, luego al comentarlo por whatsapp con familia y amigos, pues todos evidentemente que si la mujer estaría mal, que estaba cegata, que no haga caso, que estoy muy bien... Pero lo dijo. Tenía la duda. Doy el pego de ser una abuela. Y yo pensando en otro hijo-nieto.

Luego me acordé de algo que me ocurrió cuando tenía unos 15 o 16 años. Me fui a pasear a mi hermano pequeño, mi primo y mi prima. Dos niños de 6 años y una niña de un añito o dos, que iba en carro. Y me fui a una tienda a comprarles unos gusanitos. Cuando fui a pagarle la mujer de la tienda me preguntó: ¿los tres son tuyos? Y yo me quedé alucinada de que una mujer adulta preguntara a una adolescente no sólo si era madre, si no si tenía tres hijos. Me reí y le dijo que no, que yo era pequeña, y me fui. Y por ahí lo voy a coger. Que hay gente que habla por hablar, que no se fija, que no calcula edades y que dijo eso como podía haber dicho que si angelote era niño o niña (esto sí que me lo preguntan mucho).

Y ayer viví una situación un tanto "extraña". Fui a comprar pan en un establecimiento que está fuera de mi barrio pero que me pillaba de paso, y la chica que me atendió me preguntó por la edad de angelote y al contestarle me dijo "¡como mi nieto!" Ojiplática que quedé. Pensé que había entendido mal porque para mí que la chica, como mucho, tenía mi edad. Pero me lo repitió. Mi nieto. Y tengo dos. No pude contener la pregunta en mi mente ni en mi boca "Pero ¿Cuántos años tienes?" "Voy a hacer cuarenta". "Mira, como yo" le referí.
Dos mujeres de 40 con vidas completamente diferentes. Ella abuela, yo madre casi reciente y con la operación hermanito en marcha. Y me sentí... no lo sé. 

Todavía no sé como me siento. Sólo que vuelve a retumbar ese "madre añosa" y todo lo que implica.


jueves, 17 de diciembre de 2015

¿Será ansiedad?

Creo que si me planteo en interrogación esta situación debe ser que no, pero no lo sé...

Esto no es un simple estar nerviosa, o muy nerviosa, es que hay momentos que no me encuentro bien, que me falta el aire, que noto un nudo en la garganta y en la boca del estómago que no se deshace por mucho que inspire/respire y beba agua.

Y para mí este no es el verdadero problema. Para mí es que no identifico causa alguna que haya derivado en este estado en el que me encuentro. Y esto me pone más nerviosa todavía. 

Pienso que estoy escribiendo esta entrada para intentar poner claras mis ideas. ¿Hay algo que me preocupa? ¿Es por el nuevo tratamiento? ¿Es por el trabajo? ¿Es por angelote? ¿Por todo? ¿Por nada? No lo sé. Disecciono mi vida y no encuentro nada perturbador. Evidentemente pasar de nuevo por querer ser madre me preocupa, pero ni la décima parte que cuando luchaba por ser madre antes de tener a angelote. El trabajo... pues trabajo es, épocas mejores y peores y ahora no estoy en las peores. Con mi chico bien, como siempre. No hay problemas a nivel de familia. La economía ni mejor ni peor. Salud, bien. Entonces ¿qué coj... me pasa?

Estoy de vacaciones. Diez días. Y esto empezó el segundo día de mis vacaciones. ¿Estará relacionado? 

Quizás debería de dejar el autoanálisis y pensar que ya se pasará, no centrarme en la causa y sí en qué cosas hacer para aliviar el malestar que siento. Pero es que a veces la "bola" es demasié para mi body. Me despierto con el corazón a 100.000 por hora. Siento como si algo gordo se me hubiera olvidado, o como si fuera a pasar algo muy grande. Una sensación extrañísima. Y luego conforme pasa el día va a peor. La opresión en el pecho aumenta y ya ni las respiraciones diafragmáticas me salvan. Luego por la tarde la cosa mejora, y si estoy con mi chico no me siento tan mal. Siento como alivio, como si en caso de que se cumpliera mi "premonición" por lo menos no me siento sola.

En fin, que quiero que esto se pase porque nunca me había sentido así y la verdad que no es nada agradable. Con la boca seca, las manos frías, dolor de cabeza, el corazón galopando y a punto de hiperventilar. Y paso de mirar internet que entonces sí que me da el pasmo.

Aun así yo sigo con mi vida diaria. No es algo que me vaya a impedir hacer las cosas que antes hacía, pero ¡qué desagradable coñe!

jueves, 10 de diciembre de 2015

Una cuestión de peso

Esta entrada no tiene nada que ver con la infertilidad (o sí), con el hecho de ser madre (o sí) ni con angelote (o sí).

Desde que a la tierna edad de 9 años me quitaron las amígdalas, mi cuerpo sufrió un gran cambio. Antes estaba como un espaguetti y pasé a ser un macarrón. De los gordos.

Y así estuve hasta los 16 años que, por comentarios ajenos a mí, y sobre mi cuerpo, decidí que ya estaba bien y quise volver a ser una espaguetti. Y lo conseguí, pero no de muy buenas maneras. Sencillamente cerré la boquita y adelgacé más de 20 kilos. Muy efectivo, pero nada sano, ni para mi cuerpo ni para mi mente...

Luego con la madurez me di cuenta de que este método no era bueno y me pasé a la comida sana y al deporte. Me enganché al spinning y a hacer bicicleta y esto me permitía cometer ciertas licencias con la alimentación. Llegaba el fin de semana y comía todo lo que me apetecía sin dar cuenta de si era pizza, patatas fritas o chuches. Lo quemaba todo con el deporte.

Pero llegaron los deseos de ser madre, los tratamientos, los embarazos perdidos e igual que se desmoronaban mis sueños se desmoronó mi cuerpo, mis hábitos y mi figura. Sé que es un problema "mental" el que tengo. Que como cuando tengo ansiedad. Que cuando tengo ansiedad como. Que me prometo todos los lunes volver al redil. Pero sigo sin conseguirlo.

Son días. O épocas. Antes del verano conseguí el mismo peso que antes de quedarme embarazada (después de 18 meses de haber sido madre), pero llegó el verano, llegó el pensar en volver a ser madre, llegó la cita con Juana Crespo, llegó el ver como real el nuevo tratamiento... y aquí estoy, con cinco kilos más que antes del verano.

Mi alimentación suele ser equilibrada. Tomo mucha verdura, todo a la plancha, me gusta más el pescado que la carne, no como fritos, ni dulces (esto no tiene ningún mérito es que no soy dulcera). Peeeeeero, de repente siento la punzada y voy a por patatas fritas, o me hago un bocadillo de jamón o arraso con lo que vea en la cocina (ainsssss). Y a esto se suma que me cuesta muchísimo perder peso y que no hago deporte (¿ir andando al trabajo, que está a 15 minutos, es deporte?).

Y se acercan las navidades, y empezamos con las comidas navideñas, del trabajo, de los amigos, de los cuñados, de los amantes de los encajes de bolillos... En todas me meten. Y yo un polvorón, un turrón o un mazapán lo perdono (ya digo que no soy dulcera), pero un paté, un hojaldre de puerros o unos "canapiés" es otro cantar. Y por supuesto todo regado con cerveza y un buen vino, y si puede ser terminado con una copa, vaya a ser que no haya ingerido suficientes calorías vacías.

Soy consciente de que nunca tendré el cuerpo de cuando tenía 20 años, pero ¡ay si perdiera 7 u 8 kilos!!

lunes, 7 de diciembre de 2015

¡Sí! Tengo derecho!!

Lo callaíca que estuve yo cuando pasamos por el tratamiento para tener a angelote y lo boca-chancla que me he convertido con esta segunda aventura. Y así me van las cosas...

Conste que decirlo sólo lo hemos dicho a la familia cercana, aunque me he guardado para mí cuando podría comenzar el proceso, refiriéndoles que la preparación del historial que me tiene que mandar IVI puede tardar hasta tres meses. Porque yo soy así, porque me agobio con el control (con todo el cariño) de mis allegados, porque preferimos vivir esto en nuestra soledad como pareja y como padres.

Pero lo saben. Saben que vamos a por el hermanito y aunque puedo decir que la mayoría se ha alegrado, hay un determinado sector que... ¡telita! Básicamente el mensaje que me hacen llegar es ¿no querías ser madre? ¿no lo eres ya? ¡¡pues para qué te metes en camisa de once varas!!

Y yo, que cuando no me espero ese tipo de comentarios, sólo me sale abrir los ojos, parpadear, y decir un "ea", que es lo más típico que se puede decir en mi tierra, me sorprendo a mí misma pensando: ¿tendrán razón? ¿me estoy complicando la vida? ¿estoy tentando la suerte? ¿me quedo quietecica y me quito de sufrimientos, nervios y sinsabores? Que de lo que hablamos no es de la complicación que puede resultarte el tener un segundo hijo, sino el tratamiento en sí.

Pero no. No soy diferentes, no soy anormal, no soy menos que nadie. Sólo soy infértil. Sólo necesito de la medicina para ser madre, y si quien me lo ha dicho tiene dos o incluso tres hijos, si esa persona ha podido optar por ser madre/padre en más de una ocasión ¿por qué yo no? ¿por qué me tengo que conformar? ¿porque se ha cumplido mi sueño? Pues sí, se ha cumplido, y hay gente que no se le va a cumplir y otra que sigue luchando para que se cumpla, pero tengo derecho a seguir cumpliendo sueños, o por lo menos de intentarlo. Y mi sueño es volver a quedarme embarazada, intentar de verdad disfrutar del embarazo, y volver a se mamá.

Como tú.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

¡¡A por el hermanito!! Primera consulta con el Equipo Crespo

Lo primero que tengo que decir, es que sé que todavía hay gente luchando por ser mamá por primera vez (me vienen a la memoria Bedabita, Trax, Hope Mary, pero sé que sois muchas más) y yo voy a escribir sobre repetir la experiencia. Muchísimo ánimo a todas y muchísima fuerza para seguir recorriendo este camino que tantos túneles, escaladas y profundidades nos trae.

Después de varios tiras y aflojas con mi chico, por fin nos decidimos a buscar un hermanito para angelote. La primera decisión que tomamos no nos fue muy bien. Decidimos probar por nuestra cuenta, acertamos a la primera, pero después del positivo empecé a manchar y tuve un bioquímico. Supongo que mis viejióvulos son más viejis que nunca y la insuficiencia ovárica que me detectaron hace 4 años no iba a mejorar pasado este tiempo y con mis casi 40 años. Así que, meeeeec ¡error!!! Vamos a estarnos quietecicos que estamos más guapos.

Así llegamos totalmente seguros de que debíamos buscar al hermanito entre los congelados que nos quedaron en la clínica IVI. Peeeero, muchas de vosotras sabréis que hace un año aproximadamente mi querida doctora Crespo decidió independizarse y, junto con su equipo, montó su propio chiringuito en otra clínica. Y yo, que queréis que os diga, con lo bien que me fue la primera vez, pues que repito con los ojos cerrados. Que hay gente devota de la Virgen del Carmen y yo lo soy de Juana Crespo, fíjate tú. Que soy consciente de que a todo el mundo no le va bien y que se quejan de su trato, pero como no es mi caso, pues ahí sigo a piñón fijo con ella. Eso sí, respeto todas las opiniones porque son experiencias que han vivido la gente con ella, y sé que a todo el mundo no le puede ir bien y tienen derecho a quejarse. De hecho hace poco una chica escribió en el blog una opinión de ella enlazando a una página donde había más quejas sobre la doctora y yo no la he borrado, la he dejado porque creo que la gente tiene que tener información de todo tipo y sopesar. Bueno, que me voy por las ramas...

La cita fue el 23 de noviembre, y tras pensar en si irnos con angelote o no y pegarle esa paliza de viaje (son casi 1000 km ida y vuelta), nos declinamos por irnos los tres a sabiendas de lo mal que podíamos pasarlo en el viaje en coche. Pero angelote nos sorprendió y no dio ni un ruido. También tiene que ver que alguna horita de sueño echó y que nos llevamos todo el arsenal de cuentos y juguetes que más le gustan... 

Llegamos el día de antes por la mañana y pasamos el día en Valencia. Visitamos el centro de la ciudad, comimos por el Ayuntamiento (menudo plato de paella se comió el niño) y luego por la tarde estuvimos en un Centro Comercial donde angelote se montó en un tren, en un caballo y vimos un teatro que le encantó. Cenamos en el hotel y a dormir.

Y llegó el 23 de noviembre. Nada más entrar en la consulta vimos la cantidad de parejas que había. Lo primero que pensé: de aquí no salimos hasta las cuatro de la tarde. Pero me equivoqué. A los 10 minutos nos llamaron y entramos a consulta. Nos atendió la enfermera del equipo (Mayka) que hizo una recopilación de nuestra trayectoria y lo primero que nos dijo era que teníamos que pedir el historial a IVI para pasárselo a ellas y dar el consentimiento para que trasladaran los embriones desde IVI a la clínica. A estas alturas angelote estaba bastante chinchoso porque tenía sueño, y no hacía más que lloriquear y protestar. Quería campar a sus anchas por la consulta y toquetearlo todo, como es natural, así que intentaron entretenerle haciendo globos con los guantes de goma, le dieron galletas, se portaron súper bien. Luego vino la doctora Fortuño, que fue quien me hizo la transfer la otra vez y fue ella la que me reconoció. Todos mis temores se borraron de un plumazo. Dijo que a mi útero le había sentado muy bien el embarazo y que estaba precioso, incluso mejor que en la primera transfer ¡¡qué felicidad me entró!! Oye, que me sentí orgullosa de mi útero y todo, jejeje.

Y por último llegó la doctora Crespo. Poco antes angelote se había quedado frito en mis brazos, así que lo conoció dormido, pero lo conoció. Me pegó un pedazo de abrazo que casi me desarma, se me saltaron las lágrimas de la emoción y todo. Y me dio las gracias ¡¡ella a mí!! Porque dice que gracias a casos como el mío, ella sigue aprendiendo, que tiene casos muy muy difíciles y que son los que más gratificantes le resultan. Me pareció más humana y cercana que nunca. Me habló de sus temores, de sus miedos, de la gran responsabilidad que sabe que es su trabajo y del sufrimiento que llevamos a cuestas. 

Por mi parte le llevé un ejemplar de "Cuentos sobre donación de gametos" en el que participé con mi relato y me pidió que se lo firmara. Se mostraron muy interesados en ese proyecto y me pidieron que les dijera donde podían encontrar más ejemplares.

Y pasamos a hablar de lo que íbamos a hacer conmigo. Dijo que dado que mi útero estaba tan bien y los congelados que teníamos eran tan buenos que íbamos a probar con uno solo. Ahí mi chico sintió un alivio porque era lo que más temía, que nos pusieran dos y los dos siguieran adelante. Y que por supuesto ciclo natural, que es como mejor responde mi útero. Así que chicas (y chicos por si alguno me lee), si todo va bien, lo más seguro que en enero comience una nueva aventura que por supuesto espero no sea tan larga como la que sufrí cuando decidimos ser papás por primera vez.

Después de salir de la clínica (habían pasado dos horas), nos fuimos directos a IVI y pedimos el historial y el consentimiento para el traslado de embriones. Nos trataron super bien. Muy amables y explicándonos todo de manera detallada y aclarando cualquier duda que tuviéramos. El historial tarda aproximadamente un mes en dárnoslo y los embriones seguramente ya estarán en la clínica del Equipo Crespo.

Comimos en el primer sitio que pillamos y nos volvimos a casita. Nuevamente angelote nos sorprendió con su aguante en el viaje. Sólo paramos una vez para darle la merienda y descansar un rato y del tirón hasta nuestra ciudad.

Seguiremos informando...

PD. Me hizo tremenda ilusión ver en el panel de las fotos una postal de agradecimiento de una blogera a la que sigo. Si me lees espero que sepas que hablo de ti...